lunes, 8 de junio de 2015

TRAMPA SADUCEA



Si fue Torcuato Fernández Miranda quien popularizase en su discurso la mencionada expresión, ahora son el ocaso de los dos grandes partidos y sus distintos acólitos en los medios de comunicación quienes la resucitan para su beneficio, en un intento de inducirla o inocularla en el ser antropológico español. No estamos para adanes y ocurrencias, no hemos nacido en ninguna tertulia, no es momento de tirar por la borda el esfuerzo realizado durante estos años, o, somos el único partido de izquierdas capaz de ganar al PP; son algunos de los mantras repetidos por PP y PSOE. Estas son las agrias disyuntivas que plantean, para, como los saduceos, ponernos en una difícil situación. En definitiva, hacernos elegir entre lo que se debería considerar malo (ellos) o lo peor.

Como cita el autor de El Quijote, siempre los ricos que dan en liberales hallan quien canonice sus desafueros y califique por buenos sus malos gustos. Y de eso se trata, bendiga usted cuanto de malo haya podido hacer, puesto que o soy yo, o es el caos. Pensarán que a España la inventó el PP o el PSOE o que han debido hacer extraordinariamente bien su trabajo, en un país donde se cobra poco, se paga mucho y se roba más aún. ¿Qué les debemos? ¿En qué estamos en deuda con ellos? ¿Acaso nos han regalado algo? ¿Nosotros agradecidos, y aún más, dependientes? No.

El fondo de la trampa saducea es siempre malicioso, porque, en cualquier caso, la respuesta será siempre inconveniente. Y no es en España el único país donde “los demócratas” quieren jugar a esta pantomima. Véase Francia, donde el partido de Marine Le Pen no ha podido sufrir una mayor campaña de insultos y descalificaciones, haciéndola aparecer como el mismo diablo. Más de uno y de dos, y sobre todo gente de izquierdas, quedarían desconcertados si viesen reflejadas gran parte de sus ideas en sus programas electorales. Pero el descuido hace al descuidero, y leer el titular solo de las noticias, sin más, es altamente inconveniente para la sana crítica.

En definitiva, lo que les asusta a los que plantean su trampa saducea es perder su hegemonía, perder el sillón, el status quo, la patente de corso que les ha permitido hacer y deshacer y entremedias hacer para sí. Temen el cambio. Pero volviendo a nuestro Quijote, “cambiar el mundo, amigo Sancho, no es locura ni utopía. Sino justicia.”

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