miércoles, 24 de septiembre de 2014

DONDE DIJE DIGO, DIGO DIEGO



1981, Alianza Popular, entonces en la oposición, se opuso a la ley del divorcio. “Vamos a defender el matrimonio religioso de cualquier ataque. Seguiremos la actitud de la Iglesia, custodia de la moral cristiana”, dijo Manuel Fraga. En aquel partido, precursor del PP, militaban ya Aznar y Rajoy.

1983, se planteó el debate del aborto. Nuevamente la derecha se quedó sola. José María Ruiz-Gallardón, padre del actual Ministro de Justicia, fue el portavoz de AP en este asunto. Este partido votó en contra en 1983 y recurrió la norma al Constitucional. En 1985, cuando los socialistas reformaron la ley tras la sentencia del Constitucional, Ruiz-Gallardón afirmó en el Congreso: "No somos partidarios de la despenalización del aborto en ningún supuesto".

Sin embargo, cuando los sucesores políticos de Fraga llegaron al poder en 1996 de la mano de Aznar, no se alteró en una coma la ley del aborto ni del divorcio. Aznar gobernó entre 1996 y 2004, la segunda legislatura con mayoría absoluta. Aceptó la ley porque no mostró ni intención de cambiarla. "Nunca haré una política que invada la conciencia privada de la persona", dijo en 1989.

2005, el PP, siendo Rajoy su presidente, votó contra el matrimonio homosexual legislado por Zapatero y lo recurrió al Constitucional.

2010, nueva reforma de la ley del aborto. Otra vez en contra el PP de Mariano Rajoy. ZP era ya el demonio con cuernos, rabo y tridente. Leire Pajín y Bibiana Aído, ministras del ejecutivo socialista, unas insensatas. Se celebró una manifestación de millones de personas en Madrid en octubre de 2010, a la que acudieron las actuales ministras Ana Mato y Ana Pastor, en contra de la ley del aborto del PSOE. Hoy forman parte del Gobierno. También acudió Mª Dolores de Cospedal.

2011, Rajoy y el PP vuelven al Gobierno con mayoría absoluta. En cuanto al matrimonio homosexual, en 2012 el Tribunal Constitucional resuelve el recurso presentado por el PP confirmando su validez legal, si bien esto no impide que el Gobierno o las Cortes legislen en otro sentido, cosa que no se hizo. En su programa electoral previeron reformar la ley del aborto. A pesar de que el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, hijo de aquél, presentó el anteproyecto de Ley de reforma del aborto, el Gobierno finalmente ha renunciado a ello.

La historia es así de cruda con el Partido Popular. Cuando está en la oposición censura el divorcio, el aborto, el matrimonio homosexual, aboga por la bajada de los impuestos y el rechazo a la negociación con E.T.A. ¿Qué sucede cuando gobierna? Hay divorcio, hay aborto, matrimonio homosexual, se suben los impuestos (como el IVA) y los presos etarras a la calle porque se acata la derogación de la Doctrina Parot. También se opuso al “estatut” de Cataluña pero no ha eliminado los intérpretes de las lenguas cooficiales en el Senado. Con todo ello llegarán las elecciones y seguro que agitarán la bandera del miedo contra todas aquellas políticas que ellos, previamente, han consentido y consolidado. Valores y palabra muy pocos, electoralismo, todo.

martes, 16 de septiembre de 2014

CATALUÑA ES ESPAÑA



Cuando todo el argumento separatista catalán forma parte de una inmensa mentira que va en contra de lo verdaderamente sucedido a lo largo de la historia, cuando estas mismas patrañas son inculcadas en las mentes y los espíritus de los hombres desde la escuela, cuando la lengua catalana es usada para confrontar en lugar de para entenderse como cualquier otro idioma, cuando el insulto y el desprecio a lo español forma parte de lo normal en Cataluña, cuando la especialidad de lo catalán se utiliza como diferencia respecto del resto de España en lugar de como enriquecimiento común, cuando todas estas falsedades son usadas por una clase dirigente en Cataluña para el enriquecimiento propio e ilícito, pero sobre todo, cuando todos estos atropellos y ofensas son consentidos, creídos e incluso amparados por la omisión de quien debe de impedirlos, lo que tenemos, es lo que actualmente sucede en Cataluña, y que nos está dando su visión más canallesca en estos últimos años, siendo que los actos pro independencia del pasado día 11 de septiembre en que se celebra la Diada en Cataluña son solo la representación teatralizada de todo ello.

Partiendo de la base, como hemos dicho anteriormente, de que todo es falso, todo es mentira; no es más culpable, quien, como los independentistas catalanes, inventan todo este delirio para provecho propio. La culpa ha de recaer también forzosamente, y en igual grado, sobre quienes no lo impiden y además lo toleran, haciendo omisión de su deber, abandonando al engaño y a la mentira a toda una población, los catalanes, que son tan españoles como un señor de Lebrija o de Jaén.

Han sido todos los gobiernos habidos en democracia quienes, so pretexto del autoengaño fruto de todos los infundios vertidos por los separatistas por decenas de años, han consentido y propiciado esta situación desquiciante, imposible de ver en cualquier otro país que no sea España. Empresarios que son multados por rotular su negocio en español, padres que no pueden educar a sus hijos en español en las escuelas, pacientes que no son atendidos en la sanidad pública por no ser catalanes. Todas estas y otras más lacerantes, son la triste realidad de esa retirada que el Estado ha efectuado de Cataluña. No es Cataluña la que desaparece de España, sino España la que ha desaparecido de Cataluña.

¿Cómo puede si no, entenderse la gratuidad de las palabras de Oriol Junqueras, de ERC, quien dice que “hay que saltarse la legalidad española”? ¿Cómo es que tanto él como Artur Mas no han sido procesados por convocar un referéndum ilegal? ¿Cómo es que no se ha suspendido la autonomía catalana? Todo esto deberían de haberlo hecho los gobiernos presentes y pasados, y sin embargo han callado.

Decía Cicerón: “Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad”. Pues entonces, que nadie dude, Cataluña es España, lo fue, lo es y lo seguirá siendo, a pesar de todo lo que pueda suceder, porque la verdad es una y no entiende ni de engaños ni de cobardías.

martes, 9 de septiembre de 2014

LA VIDA SIGUE IGUAL



Que el Ayuntamiento de Jaén y la Diputación provincial se llevan como el perro y el gato no es algo que les vaya a descubrir en este artículo. Igualmente, las relaciones institucionales entre la Junta de Andalucía y nuestro ayuntamiento, tampoco pasan por su mejor momento, siendo benevolentes al referirnos así a las múltiples desavenencias que protagonizan todos y cada uno de los trances en los que estas instituciones tienen asuntos en común. La Ley, pero sobre todo, el sentido común, dictan que la colaboración entre las distintas administraciones que nos gobiernan debería de estar marcada por los principios de colaboración y coordinación, y todo ello, porque redunda necesariamente en el servicio que recibimos los ciudadanos. Sin embargo, la ausencia de estas premisas en las relaciones entre las administraciones mencionadas, da lugar a la ineficacia y el perjuicio que a la postre padecemos.

¿Por qué motivo no se produce ese buen entendimiento entre las administraciones que contribuya a hacernos la vida más fácil a los demás? Porque hay un impedimento que lo ensucia y lo dificulta todo que se llama partidismo. Partidismo que todo lo mancha y pringa y que desluce cualquier intento de hacer las cosas bien. El último enfrentamiento entre el Ayuntamiento y la Diputación de Jaén trae cuenta del convenio, que en 2009, firmó la Diputación con el entonces gobierno de PSOE-IU en el Ayuntamiento de Jaén. Dicho convenio venía a atribuir la gestión y recaudación de las multas, competencia del Ayuntamiento, traspasando su administración a la Diputación provincial. Por este servicio, que hasta entonces venía realizando la corporación municipal, la Diputación se quedaba en concepto de “premio de cobranza”, el 30% del total de lo recaudado ¿Qué finalidad tenía atribuir a la Diputación la gestión del cobro de las multas? Ninguna, simplemente un favor político carente de lógica que iba en detrimento de las arcas municipales, pues el Ayuntamiento dejaba de ingresar ese porcentaje que hasta entonces percibía íntegramente. El PP, entonces en la oposición, lo criticó duramente, y ahora, en el gobierno municipal, ha denunciado el convenio en abril de este año. Sin embargo, si bien la lógica dicta que sea el Ayuntamiento quien retome la gestión y recaudación de las multas en Jaén, lo que se busca es reducir ese premio de cobranza, por debajo de ese 30% antes mencionado. La Diputación de Jaén se niega, argumentando que ese porcentaje únicamente cubre los gastos derivados de la tramitación del cobro de las multas. Lo comido por lo servido, en palabras de los representantes provinciales. Entonces, ¿por qué no asumir de nuevo ese servicio? Porque la Concejalía de Hacienda afirma que la delegación del mismo supuso prescindir de los trabajadores encargados de su realización, siendo que ponerlo en marcha de nuevo generaría un recargo en estos costes. Consecuencia: la posibilidad de que sea una empresa externa la que gestione la recaudación de las multas en Jaén. De esta forma, volvemos a ser los ciudadanos de Jaén los perjudicados por ese partidismo al que hemos aludido anteriormente, y los beneficiados, la empresa, quien sea, y de quien sea, que pueda asumir el servicio. La vida sigue igual.

martes, 2 de septiembre de 2014

AGOSTANDO



El verano poco a poco va tocando a su fin, y aunque aún nos quedan algunos días más para que termine de forma oficial dándole paso al otoño, lo cierto es que la mayoría de nosotros ya hemos dejado atrás todo aquello que le otorga al verano su carácter especial. Las vacaciones, los baños en piscinas o playas, trasnochar... Todo eso queda ya atrás para volver a la rutina, ese tiempo marcado por la habitualidad y la repetición de las cosas, que adoptan un tono de poca alteración en las mismas. Todo permanece y discurre dentro de unos márgenes en los que cabe muy poca variación.

Quienes hayan tenido la suerte de cambiar de aires durante este tiempo por uno o varios días, visitando otras ciudades y poblaciones, habrán tenido la ocasión de comprobar por ellos mismos que nuestra querida Jaén, en contraste con otros lugares, parece haberse instalado en una rutina continua en la que permanece ajena a todo cambio o progreso y evolución. Aquí la vida sigue igual. A lo largo del verano, asomándome al exterior, aunque sea de forma fugaz, pude comprender muy bien el porqué, de que muchos de mis amigos y conocidos, hayan tenido que hacer sus maletas y buscar una oportunidad fuera de nuestras calles, fuera de nuestros muros, fuera de sus casas, lejos de sus familias y de sus amistades. Cierto es que la crisis es para todos, y que yo sepa, en ningún lugar de España están ahora mismo las cosas para atar perros con longanizas. Sin embargo, la sensación de que la oportunidad de encontrar un porvenir lejos de Jaén tiene muchos más visos de prosperar que en nuestra ciudad, se hace evidente a los ojos del que, aunque sea por unos días, puede salir de Jaén para asomarse fuera. Vida, actividad, comercio, turismo, empresas, dinamismo -mermados por la crisis, sí- pero más prósperos, qué duda cabe. Sin empresas que ofrezcan trabajo, sin actividad que promueva el negocio, sin oportunidad alguna que dé esperanzas e ilusión alguna, son ya demasiados los compañeros de quinta que han debido de abandonar Jaén en búsqueda de una manera de ganarse la vida. No queda otro remedio que emigrar cuando tu tierra, por desgracia, te niega la oportunidad de trabajar.

Lamento mucho que nuestra ciudad no sea capaz de ofrecer a sus hijos un futuro. Negro lo tenemos cuando Jaén se queda sin giennenses. No se han podido hacer las cosas peor en esta bendita tierra que parece encorvarse, triste y harta ya de tanta penuria sin tregua, en que sus gentes claman por un cambio que ponga fin a esta situación. Un cambio que propicie que los giennenses se sientan orgullosos de su ciudad porque es capaz de darles un futuro a sus jóvenes, una ciudad viva, en movimiento, digna, limpia, cuidada. Qué ganas tengo de ver a Jaén con el mismo destello en los ojos con que he visto las maravillas de otros lugares, que por ahora, para nosotros, son sueño. Esta ciudad necesita salir de su rutina, que es la de agostar, de contagiar de ese languidecer a todo lo que en ella sucede, de todo cuanto en ella ocurre.