martes, 29 de abril de 2014

LO LEGAL Y LO ÉTICO



El pasado miércoles, el diputado en Cortes del partido político independentista vasco Amaiur, Sabino Cuadra, iba a presentar su libro, "Arrojado a los leones", en la Universidad de Jaén. La presentación del libro fue organizada por el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) y digo "iba" porque finalmente el acto no se celebró en la mencionada institución y fue trasladado a última hora al Centro Social Autogestionado "Jaén en Pie" donde tuvo lugar la presentación.

Sabino Cuadra es diputado del partido político Amaiur, que defiende abiertamente la independencia del País Vasco del resto de España. Este diputado proviene de la ilegalizada Euskal Herritarrok de la cual fue cofundador. Sucesora de la primitiva Herri Batasuna, brazo político de la banda terrorista E.T.A. y que fue ilegalizada por la justicia española por sus vínculos con la mencionada banda criminal que tantos asesinatos ha perpetrado, muchos de ellos de paisanos nuestros.

Era previsible y así sucedió, que en el momento en que todo esto se hizo de público conocimiento cundiera entre la población de la ciudad un sentimiento generalizado de rechazo e indignación. Personalmente, y es mi opinión, era lo lógico. Más aún, teniendo en cuenta que los beneficios por la venta del citado libro son destinados a colectivos de presos etarras. Distintos círculos políticos y sociales, y particulares, comenzaron entonces a moverse para impedirlo. La Universidad de Jaén fue criticada por albergar en sus instalaciones la presentación del libro del diputado de Amaiur. Finalmente no tuvo lugar porque los organizadores no abonaron las tasas por la utilización de este espacio público y el rector de la Universidad salió al paso de las críticas argumentando que se trataba de la presentación de un libro, que Amaiur es un partido legal, que Sabino Cuadra ha sido elegido democráticamente para el desempeño de su cargo y que la universidad es un espacio de libertad de expresión, análisis y debate en el que confrontar distintas ideas.

A tenor de estas palabras del Rector, siento estar en total desacuerdo con lo manifestado. Todo lo dicho por él es susceptible de interpretarse de otro modo dado el matiz de los acontecimientos. En primer lugar, no todos los libros que se presentan en la Universidad destinan sus beneficios a los presos de ETA. Por otra parte, que Amaiur sea una formación política legal, no quiere decir que los objetivos que promueve tanto este partido como sus representantes, como es el caso de Sabino Cuadra, sean moralmente aceptables. Con la Ley en la mano se pueden cometer auténticas injusticias que atentan gravemente contra la ética. Por ejemplo, se puede despedir a un trabajador sin motivo que lo justifique, se puede desahuciar a una familia de su casa porque no tiene trabajo ni dinero con que pagarla, y también, sin faltar a la norma, se puede aplicar incluso la pena de muerte. Dicho lo cual, ¿qué garantía supone que Amaiur sea un partido político legal teniendo en consideración sus postulados ideológicos? ¿Qué garantía supone que una mayoría los avale con su voto?

La Ley, por sí misma, no tiene por qué ser justa y con estos ejemplos he pretendido demostrarlo. Creo que en esta ocasión la Universidad se equivocó al reducir al pago de un precio y a la estricta observancia de la Ley lo que de fondo era moralmente inaceptable.

martes, 22 de abril de 2014

TRADICIÓN



La imagen de Nuestro Padre Jesús despierta entre los corazones de los giennenses un sentimiento vivo, cuasi unánime, de cariño, fervor, pasión y dulzura. Poco o nada como Jesús es capaz de acrisolar en un solo cuerpo un caudal tan vasto de emociones que provocan un apego que es inherente y consustancial al ser jaenero. Es un emblema de esta tierra, un faro de luz que es referencia de un acervo de generaciones presentes y pasadas.

Este último matiz es lo que busco destacar en estas líneas. La imagen de Jesús es símbolo de tradición. Tradición entendida como aquello que se transmite y se conserva desde antiguo en un pueblo de padres a hijos, de generación en generación. Y ese símbolo de tradición viene a representar algo importantísimo, que es la trascendencia de la persona, tanto individual como colectivamente, a través del tiempo. La imagen del Nazareno nos puede parecer preciosa, sublime, es posible incluso que gente que no tiene un especial sentimiento religioso acuda fiel a la madrugada de un Viernes Santo. Produce llanto, alegría, consuelo, ternura, devoción… ¿Pero por qué ese sentimiento es tan extendido y general en un pueblo? Todo ello no quiere decir otra cosa sino que las personas, también los pueblos, son el producto de las generaciones pasadas; una herencia que trasciende a las presentes para proyectarse en las futuras. Hay algo superior a cada uno de nosotros, y superior a todos nosotros juntos. Intangible, invisible pero cierto y real. Nuestra esencia y proyección. Al igual que un hijo hereda comportamientos, actitudes, gustos y hasta ademanes de un padre, un pueblo hereda igualmente un ser y una esencia que lo define a sí mismo. Es aquello que constituye su naturaleza, lo permanente e invariable de él.

Cuando veo a Jesús en su camarín o cuando lo veía en la catedral, cuando lo veo procesionar; no solo veo una imagen querida. Veo a un testigo del tiempo ligado a una espiritualidad bien definida. Veo a mi padre, a mi abuelo, e imagino también al resto de mi ascendencia y a todo un pueblo, el de Jaén, proyectado en esa imagen. Para mí, ese es su principal valor.

Solo podemos ser en parte quienes decidimos ser, pero hay otra parte nuestra, de cada uno de nosotros y de todos juntos como pueblo que no podemos decidir, es la que nos identifica, une y caracteriza. Somos portadores de rasgos y valores que habiendo caracterizado a generaciones pasadas, continúan advirtiéndose en sus descendientes o continuadores.

Memoria e identidad ¿Quién nacido y criado en Jaén no tiene el recuerdo de acudir un Viernes Santo a ver a Jesús de la mano del padre? ¿Con la familia? Y el tiempo se encarga solo de mantener esa tradición como antes la hemos definido, cuando llega la novia, la esposa, los hijos, los nietos… y fíjense en qué imagen adorna la inmensa mayoría de las lápidas de nuestro cementerio.

Así, si dejásemos de reconocernos, personal y colectivamente, sin significado trascendente y universal, impreso a fuego indestructible en lo más profundo del alma, convertiríamos en mercancía o en sensiblería emocional de palabras o comportamientos estos símbolos.

martes, 15 de abril de 2014

JAÉN VS HERÁCLITO



Heráclito fue un pensador griego presocrático cuya filosofía, de forma grosera y resumida, queda basada en la tesis de “todo fluye”. Todo está sujeto al cambio incesante y continuo nacimiento y extinción de lo que nada escapa.

Pero el pensamiento de tan afamado filósofo encontraría una contestación insuperable e invencible en este Jaén nuestro. Como si de una maldición o condena se tratara, esta ciudad a la que tanto queremos y por tanto, nos duele a los que la vemos así, acarrea y arrastra prácticamente los mismos problemas, desde hace ya tanto tiempo, que parecen haberse enquistado y hechos inherentes a su propia existencia.

Si hiciesen entre los giennenses una encuesta que preguntase por los problemas de la ciudad, no pocos señalaríamos una lista bien concreta de faltas, que estamos deseando que solucionen, pero que, un año por otro, y un gobierno municipal tras otro, no son capaces de hacer. Para mí, la ciudad tiene un serio déficit de infraestructuras. Olvidados del tren de alta velocidad, AVE y con unas carreteras en muy mal estado. Igualmente, se siguen trazando las calles nuevas, con una anchura que no es mayor que las viejas, por lo que se está condenando a la estrechez, a la incomodidad y al embotellamiento a todos los nuevos barrios. Por otra parte, qué decir del estado de suciedad de esas calles, del abandono de parques y jardines, del lamentable estado del pavimento y la calzada de estas calles. Añado a lo anterior una falta de centros comerciales que en otras ciudades son ya una realidad, y a los que acudimos los de Jaén cubriendo largas distancias, por ejemplo, para ir al cine, cosa preocupante. Sigo por la infinita demora y retraso con que se ejecutan las obras en Jaén, como por ejemplo el museo de arte ibero, la ciudad sanitaria, etc. Asimismo una ruina económica municipal que tiene a toda la ciudad secuestrada, porque la hacienda del Ayuntamiento lleva tantos años tiritando, que bien podría entrar dentro de esa lista de problemas enquistados desde antiguo. Ruina, por cierto, que solo es achacable a los dos únicos partidos que han gobernado en Jaén. Por último, un nivel de desempleo, de paro, de falta de oportunidades, que tiene a tanta gente preocupada y que únicamente ve una salida en la emigración.

Abandono, mala gestión, suciedad, parálisis, atraso, paro e injusticia. Sin embargo, después de tanto tiempo de sufrir los mismos problemas, se siguen sucediendo los mismos de siempre al frente del Ayuntamiento ¿No es hora ya de darle la razón a la realidad y buscar una alternativa que consiga traer para Jaén ese verdadero cambio, que trabaje al menos en la solución de este diagnóstico? ¿Por qué seguir confiando en unas fuerzas, PP y PSOE, que han acreditado a lo largo de casi cuarenta años que no saben o no quieren darle a Jaén lo que verdaderamente necesita? Cada cuatro años, y ante unas elecciones municipales, esta ciudad se empeña en perder una oportunidad tras otra para dejar de poner fin a una situación que nos arrastra y nos golpea desde hace tanto tiempo. Sin embargo, las consecuencias de esta falta de cambio las padecemos todos, especialmente, quienes nos duele ver así a Jaén.

martes, 8 de abril de 2014

MICROPOLÍTICOS



Micropolítica es el término que actualmente se emplea para referirse a pequeñas actuaciones puntuales, que sin suponer un alto coste económico, responden en teoría a necesidades del día a día de los vecinos de una ciudad. Una carretera en mal estado que es asfaltada, un parque rehabilitado, un plan de limpieza para un determinado barrio, cumpliría en principio esta forma de hacer política, que desde luego, no debe ser despreciada. Cosa distinta es entrever, que cuando se alude a la micropolítica como forma de actuar sin ofrecer nada más, no es sino una excusa que hasta los mejor pensados entienden como falta de capacidad para emprender proyectos ilusionantes que verdaderamente sean capaces de cambiar una ciudad deprimida.

Hoy estamos para pocas fiestas, y menos en los ayuntamientos, pero ello no exime al gobernante de dar lo mejor de sí para revertir esa situación adversa. Antes al contrario, bien que hubo esplendidez en dilapidar la hacienda pública o dejarlo a deber, en cosas innecesarias y carísimas como es sabido. Sin embargo, al gobernante municipal se le pide, en justicia, que sea capaz de enfrentarse a esa situación, no solamente dejando de gastar, pues eso lo hace cualquiera, sino a la vez, manteniendo y mejorando la ciudad que gobierna. Garantizar unos mínimos en una ciudad no puede ser tarea que quepa dispensarse por el mero hecho de haber heredado tal o cual deuda. Resulta difícil como es lógico gobernar en estas condiciones, pero es igualmente cierto que nadie ha sido obligado a presentarse a unas elecciones, mucho menos a seguir siendo representante en un ayuntamiento.

Al político de raza, a los mejores, sus vecinos les recuerdan por haber conseguido cambios profundos, puntos de inflexión, un antes y un después de su paso por una ciudad. Cada unos de ellos, desde el poder, lo empleó en darle la vuelta a un estado calamitoso de las cosas, transformándolo en prosperidad. Incluso hay muchos que sin ser protagonistas en el momento de conseguir el éxito final, se les recuerda por haber impulsado y originado ese procedimiento de cambio. Ahora sí, ese trabajo exige capacidad, voluntad, trabajo, sacrificio, incluso crítica, pero ninguno de ellos quedó llorando en la poltrona recordando continuamente la desdicha que le atormenta cada vez que entra por la puerta del despacho debido a las innumerables lacras que arrastran de épocas pasadas. Se trata de responder al mandato que le otorgan los ciudadanos, mantener y mejorar sus condiciones de vida.

A esos politicos, micropolíticos de llanto sempiterno y fácil, de memoria temprana para achacar a sus antecesores que no esté la cosa más que para sustituir una baldosa, un rosal y bachear cuatro calles, se les detecta enseguida. No dejan pasar la ocasión para recordarnos a todos que la culpa de que nada funcione no es de ellos, es de otros, olvidando tantas otras veces, que antes de esos otros, estaban ellos. Así las cosas, poco margen a la esperanza cabe esperar de quienes no ofrecen mejor solución para los problemas que desentenderse de sus responsabilidades, de su mandato y excusarse, incluso, y llegado el caso, teniendo a bien abandonar su cometido (en dirección, claro está, a otro desempeño político), actuando como quien se cansa de jugar con un juguete que ya no le sirve o no le divierte.

martes, 1 de abril de 2014

CARTAS EN BLANCO



El cultivo del género epistolar en la política giennense está causando furor, y es que a las ya habituales y hasta cotidianas cartas de alcaldes del PP a la presidenta de la Junta de Andalucía, ahora se suma el PSOE de Jaén. Perseveran en rescatar del desuso y el olvido a la tradicional carta, tan personal, íntima, directa.

De este modo, "exigen" a Rajoy el mejor trato para Jaén de entre las medidas que pueda adoptar el Ministerio de Hacienda. Prosa, eso sí, que a pesar de la exigencia hecha, término tan tajante; ha sido redactada con "respeto pero firmeza", subrayan los socialistas.

Pero, si la contestación del presidente del Gobierno a la carta del PSOE de Jaén armoniza con la dada por la presidenta de la Junta de Andalucía a las misivas de los alcaldes populares de nuestra ciudad y provincia, aventuro un corto recorrido a las pretensiones socialistas de exigir para Jaén esos beneficios del Ministerio que a la sazón encabeza el paisano Montoro. Susana Díaz, a pesar de haber sido encartada hasta en veinte ocasiones por los primeros ediles del PP de la provincia a fin de mantener una reunión sobre la problemática de Jaén, a día de hoy, ni les ha contestado ni se ha reunido con ellos.

Por este motivo no acierto a comprender esta profusión de correspondencia. Quizá sea porque lejos del objeto que cabe esperar de tan loable tarea comunicativa, el fin último no sea otro sino que sabedores los remitentes de la escasa consideración que puedan recibir de los destinatarios, tener de este modo pretexto suficiente para justificar la falta de soluciones a los problemas, achacándolos a terceros.

Tiempos paradójicos estos en que por los propios representantes políticos se nos convence con tanta generosidad de las bondades del diálogo y la lealtad entre las instituciones y el necesario entendimiento para la solución de los problemas de los ciudadanos, y que traducidos dichos propósitos a la práctica, solo encontramos un torrente de reproches, acusaciones y omisión de la más mínima comunicación entre ellos como ha quedado demostrado. Escuchamos a menudo lo predispuestos que se encuentran al diálogo entre administraciones o con otros representantes políticos e interlocutores, pero la verdad es que no existe, o es excepcional, un ejercicio constructivo en aras a la tarea que tienen encomendada, que no es otra que la defensa del interés común, porque desde las instituciones públicas de gobierno no cabe el partidismo.

El origen de todo esto lo encontramos en que es mucho más fácil y cómoda la confrontación y culpar al otro de los problemas, que asumir las propias responsabilidades y devanarse los sesos en búsqueda de soluciones. Tenemos política y políticos de argumentario. Cada cual hace de su discurso una trinchera inamovible desde la que lanzar solo dos ideas, lo buenos que son ellos, lo malos que son los demás. Como producto de todo esto llegamos a la triste conclusión de que los grandes perjudicados somos los ciudadanos, víctimas de la inacción por luchas partidistas, de los continuos cambios legislativos en asuntos de vital importancia y de necesario consenso o de la política de tierra quemada. En Jaén, por desgracia para nosotros, ejemplos sobran.