miércoles, 29 de octubre de 2014

MI ETIQUETA



Tenía ya completamente redactada y acabada una carta que ocupase esta columna. Solo me faltaba remitirla a este periódico para que amablemente la publicaran. Sin embargo, hoy es de esos días en los que uno está harto de todo lo concerniente o relativo a esa casta putrefacta que produce tan tremendo asco y que viene protagonizando día a día las páginas de los periódicos y la actualidad informativa. He decidido a última hora variar totalmente el contenido de mi artículo, y aunque no quiero restar importancia al grave problema de la corrupción, voy a cambiar el registro y les voy a hablar… de mí, de un servidor.

No han sido pocas las ocasiones en las que alguno de mis distinguidos lectores me han dicho que aún no saben “de qué pie cojeo”, que “no me pillan el paso” o que “no acaban de encuadrarme” en algún partido o ideología en concreto. No me duelen prendas en criticar al Ayuntamiento, Junta de Andalucía, Gobierno, sindicatos, empresarios o a todos ellos a un tiempo, sin hacer distingos de partidos o ideas. Se echa en falta una etiqueta y se preguntan con quién comulgo.

En política, me podría entender con quien, como yo, se mueva fundamentalmente en torno a dos sentimientos tan sólidos como innegociables e igual de potentes, pues ninguno prevalece sobre el otro sino que ambos son imprescindibles. No son otros sino el recio e invariable amor a mi Patria, que es España, y el reconocimiento de mi pertenencia a la nación española, sujeto político propio y distinto a todas las demás. Añadiendo a lo anterior, un fuerte sentido de la Justicia, considerada como lo que generalmente y por sentido común, se estima como justo o bueno. Valor que primo sobre la libertad. Porque creo que donde hay justicia hay libertad, pero donde hay libertad no tiene por qué haber justicia. Justicia efectiva, porque el mero reconocimiento del derecho a un trabajo y vivienda dignos, a la sanidad y la educación públicas y de calidad sin que el Estado se ocupe de su efectiva realización, no vale para nada.

Así pues, no es de extrañar que estos artículos no distingan en su habitual tinte crítico, las izquierdas de las derechas, el partido tal o cual, la patronal o el sindicato, el rey o el republicano. Me duele España y me duele el bienestar moral y material de los españoles. Seguiré indignándome ante el abuso y el ataque externo o interno a la nación española y el maltrato moral y económico que los españoles sufren, con independencia de todo lo demás.

miércoles, 22 de octubre de 2014

HUÉRFANOS



Ignoro a qué confines de feroz irracionalidad nos quieren empujar estos tiempos de ciega devoción al becerro de oro, donde términos tan desabrigados de humanidad como productividad y eficacia, hacen languidecer a la misma raíz y cuna de todo hombre y mujer en su misma esencia como persona, la maternidad.

Esta desmesura de la sinrazón a la que aludo ha tomado cuerpo recientemente en las palabras y los actos de Ángel Donesteve, concejal del Ayuntamiento de Madrid por el Partido Popular. Destituyó a una funcionaria de su cargo como Secretaria de un distrito madrileño porque cometió el grave atrevimiento de ser madre, manifestando el concejal que "ella prefiere conciliar su vida personal y familiar, pero yo necesito el máximo rendimiento y el máximo número de horas de trabajo que se puedan prestar". Pero como quiera que la tontería en su estado puro no entiende de género, la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, se hizo célebre poco antes por declarar que prefiere contratar a "una mujer de más de 45 o de menos de 25 años", evitando de esta forma "el problema" del embarazo.

Así pues, y a pesar de que rezan los escritos que estamos creados a imagen del Altísimo, en tanto carezcamos de la aseidad, atributo de Dios por el cual existe por sí mismo o por necesidad de su propia naturaleza, deben pensar estas mentes preclaras de la estulticia solemne que las personas brotamos de la tierra como aquellos personajes que nacían de los bancales en la película “Amanece que no es poco”, de José Luis Cuerda; dicho sea de paso, obra maestra del género del absurdo. Absurdo que por desgracia no trae consigo en la vida real los mismos efectos hilarantes que los de la película del director manchego. Más bien estupor e indignación ante la barbarie que significa anteponer gélidos criterios mercantilistas al fundamento de la persona humana. Este modelo económico que se propugna y venera como quintaesencia del progreso y la vanguardia, es inhumano, pues pone a la persona al servicio de la Economía y no la Economía al servicio de la persona, como debiera ser. Todo queda residenciado y circunscrito a la contabilidad, a la cuenta de resultados, al balance, al reparto de dividendos, en definitiva; a los fríos números que es lo que hoy en día nos hemos convertido para mayores ganancias extrañas y ajenas. Ni el mismísimo candor materno resiste ya a los embates de la barbarie.

miércoles, 15 de octubre de 2014

MUY SIMPLE, O NO TANTO



Antes de comenzar la redacción de estas líneas tenía la intención de escribir sobre el caso de contagio de ébola en España, pero como quiera que el tema está suficientemente opinado, decido escribir sobre algo que está eclipsado por dicha crisis hoy, por otra cosa ayer, y por otro asunto distinto mañana. Hoy le hablo a usted. Si aparcamos un instante el asunto del ébola, le recuerdo que veníamos hablando del enésimo caso de corrupción en España. Este de las tarjetas de crédito de Bankia. Discúlpeme si al recordarlo le he devuelto al estado de indignación anterior a lo del contagio. Pero si usted es una persona honesta, que vive de su trabajo, es normal y hasta conveniente que se encorajine. Lógico, tanto corrupto y en cualquier estamento, nos tiene a todos bastante hartos.

Pero no se me indigne usted simplemente con decirme lo de que todos son unos mangantes. Usted tiene unas manos con las que ejerce su derecho al voto depositando una papeleta en una urna. Cuando usted ejerce este derecho, sepa que tiene una trascendencia sobre todos. De este modo, cuando vote, le pido que lo haga de forma responsable, meditada, informada, en conciencia… Puede sonar a perogrullada esto que acabo de decir, pero tenga en cuenta que aquellos a los que la sociedad señalamos como corruptos y todos iguales, curiosamente, vuelven a ser votados y a gobernar. Una de dos, o no estamos tan indignados con estos corruptos puesto que seguimos votando (hablo en general) a muchos de ellos, o bien no hacemos correctamente nuestro trabajo como votantes y como sociedad puesto que lo permitimos (insisto, sálvese quien pueda). Decía el primer ministro británico Benjamín Disraeli que “El mundo está lleno de estadistas a quienes la democracia ha degradado convirtiéndoles en políticos” o en palabras de nuestro Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, “La Historia nos enseña dos cosas: que jamás los poderosos coincidieron con los mejores, y que jamás la política fue tejida por los políticos”. Más simple aún, en palabras de Julio Anguita: “La gente que vuelve a votar a ladrones es responsable de lo que está pasando”. Pues bien, hagamos examen de conciencia, asumamos nuestra culpa, y si verdaderamente nos indigna la montonera de casos de corrupción que nos devora, dejemos de una vez de votar lo menos malo, al menos corrupto, el voto de castigo. Usted, votante, la próxima vez que acuda a votar, vote lo que quiera, pero vote honestidad y ética, o al menos, no vote corrupción. Muy simple, o no tanto.

miércoles, 8 de octubre de 2014

OTRA MENTIRA Y OTRO ESCÁNDALO



Es habitual la crítica a Podemos por su complacencia y admiración hacia los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador o Cuba. Sus representantes son recriminados públicamente por la connivencia que guardan con gobiernos calificados de liberticidas, populistas, despóticos, dictatoriales, criminales, etc. En efecto, existen motivos de sobra para tildar de este modo a los gobiernos de los países antes citados. Sin embargo, esa superioridad moral de la que presumen los críticos, se esfuma con sus actos.

China es una dictadura, comunista, donde los derechos humanos son pisoteados por un régimen liberticida, populista, despótico, dictatorial y criminal. Allí hay presos políticos encarcelados por sus ideas. Allí se aplica la pena de muerte, y allí, aunque comunistas, los derechos de los trabajadores valen exactamente cero, sometidos a un régimen de explotación laboral inhumano por muy alabado que sea por ciertos empresarios españoles. Con China, no con Venezuela, Bolivia o Cuba, es con quien Rajoy ha acudido encantado a hacer negocios. Con las autoridades chinas (una dictadura) es ante quien ha agachado la cabeza reverencialmente y ha puesto coto a la Justicia Universal para que los Tribunales españoles no los inquieten en la persecución legal de delitos contra la Humanidad. Un regalo con el que agradar. Dicho lo cual ¿qué autoridad moral existe para, según que voces, recriminar los actos de cada cual? ¿Qué diferencia existe entre la China comunista o la Cuba castrista? ¡El dinero! Nada más. Ni libertad, ni derechos humanos, ni democracia, ni Estado de Derecho ¡Todo eso es mentira!

Igual de falso y bochornoso que el comportamiento de algunos que critican a los bancos y luego se enriquecen con ellos. Hablo de las tarjetas de Caja Madrid, del representante de IU en su consejo de administración, ahora Bankia, de apellidos Moral Santín (no es un sarcasmo) y que “tiró” de tarjeta gastando 456.500 euros sin justificar. Igual que el dimitido Secretario General de U.G.T. de Madrid, José Ricardo Martínez, también consejero y que gastó otros 44.000 euros con una de esas tarjetas, sueldos millonarios aparte. Ninguno de estos representantes de la izquierda y el sindicalismo opusieron reparo alguno para, junto a empresarios (respetados emprendedores que se llaman ahora), derechas, izquierdas, todos… llenarse los bolsillos en una entidad rescatada con 22.424 millones de euros de dinero público.

miércoles, 1 de octubre de 2014

ALIVIO DE LUTO



Que la Junta de Andalucía haya resuelto dar su aprobación definitiva al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Jaén supone dotar a nuestra ciudad del tan anhelado instrumento de planeamiento urbanístico, que no es sino la clave de bóveda del futuro de la capital. No estamos hablando de un mero trámite burocrático para revestir de legalidad la expansión material de las edificaciones. El nuevo PGOU está llamado a desplegar sus efectos también sobre el crecimiento económico de Jaén, o mejor dicho, a sentar sus bases.

Es en este punto donde el alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, se ha felicitado por la aprobación definitiva del PGOU calificándola de “histórica”. Cabe matizar algún fleco pendiente como la legalización de las viviendas de los puentes, aún en suspenso, quedando sin resolver esta cuestión igualmente “histórica”. El regidor municipal espera que con la aprobación del documento lleguen a Jaén las deseadas inversiones que como el agua, vengan a regar esta tierra desertificada en la que el desempleo se ceba sin piedad en su población. Inversiones públicas (Ciudad Sanitaria) o privadas (centros comerciales) que supongan un alivio de luto a nuestra economía, de negro riguroso. Pero como hemos dicho anteriormente, el PGOU es un instrumento, se asemeja a un piano. De un piano magnífico pueden resultar melodías armoniosas y gratificantes, pero, solo si el pianista es virtuoso en su ejecución. Si el pianista es poco avezado en la práctica de nada servirá la calidad del piano, el sonido resultará estruendoso y a nadie gustará. Traducido a la realidad, no basta con la aprobación del PGOU. Por sí solo no termina de ser un reclamo para esas inyecciones de capital que revitalicen la ciudad. Son necesarias además grandes dotes de gestión para atraer a los inversores y convencer al capital de que invertir en Jaén es rentable. Pero para ello es imprescindible un giro de ciento ochenta grados en lo visto hasta el día de hoy. Los vaivenes políticos y disputas partidistas interesadas que tienen a esta ciudad sumida en la depresión y el abandono deben cesar, y abordarse, con la altura de miras necesaria, una oportunidad que se nos presenta y que no podemos dejar escapar porque sencillamente esto no puede seguir así. En definitiva, el pianista ya tiene piano y partitura, veremos si la melodía suena bien o el concierto acaba en abucheo.