lunes, 26 de enero de 2015

FRENA QUE TE PILLA EL COCHE



Si usted se encuentra cruzando la calle por un paso de peatones, como tiene preferencia de paso, lo normal es que los vehículos se detengan hasta que usted lo cruce. No obstante, casi ninguno de nosotros cometería la imprudencia de cruzar despreocupadamente por el paso de peatones sin mirar antes. Casi todos echamos un vistazo. Porque efectivamente, la preferencia de paso es nuestra, pero puede darse el caso de que el conductor vaya distraído y nos llevemos el golpe. Si se produce el accidente, podríamos reclamar o protestar contra el conductor con toda la razón del mundo, pero el golpe nos lo quedamos puesto. Por eso no es prudente empecinarse en que tenemos preferencia de paso y cruzar sin más. La razón no nos librará del golpe y sus consecuencias.

Pues a nuestro Alcalde le sucede exactamente lo mismo que a ese peatón que no mira al cruzar y, con toda su razón, se lleva el golpe. A Fernández de Moya le encantan los papeles que según él le dan siempre la razón en esas esperpénticas y eternas discusiones contra la Junta de Andalucía. A diario lo vemos comparecer públicamente esgrimiendo airado kilos de papeles. Sin embargo, los papeles no son suficientes para solucionar los problemas. En política, además de hablar la documentación (los papeles) hablan también los hechos, y él puede acreditar ante notario, como es su última ocurrencia, que el tranvía le cuesta al Ayuntamiento tantos millones, y quedar por encima de los demás, pero el tranvía sigue parado. Él puede mandarle a la Presidenta de la Junta de Andalucía cientos de cartas para ser recibido, pero sigue sin recibirlo, como él mismo dice, tras diecisiete meses solicitándoselo.

En la discusión de si la razón la tiene el Alcalde, la Presidenta de la Junta de Andalucía o el Papa de Roma, nada gana Jaén, porque todos tendrán muchas razones y muchos papeles, pero los problemas persisten. Jaén gana cuando verdaderamente hay voluntad de trabajar por él e independientemente de los papeles, razones y demás circunstancias, se actúa.

Pero la respuesta del Alcalde a todos los problemas que acucian Jaén son los papeles, con los que le encanta espetarle en la cara a Junta y oposición y de esta forma piensa que ya está todo hecho ¿Qué ganamos los giennenses con ello? Nada. Obras son amores y no buenas razones y en Jaén, de obras andamos escasos, de razones y papeles hartos, y de amores huérfanos.

lunes, 19 de enero de 2015

MICROPOLÍTICA



Cuando hace dos semanas conseguí arreglar una caldera de gasoil y un calentador de gas con un poquito de la escasa maña con la que la naturaleza me ha dotado, no caí en la cuenta de la auténtica trascendencia de estos dos arreglillos bien apañados que pude hacer. No fue sino hasta que leí un comunicado del Ayuntamiento de Jaén cuando pude tener conocimiento del relieve y altura de estas composturas, y es que dice nuestro Ayuntamiento que está inmerso en un plan de asfaltado de algunas calles, la reposición de varios bancos y demás arreglillos y reparaciones para el mantenimiento de lo que ya existía pero se encontraba deteriorado. Nada menos que 23.400 actuaciones, según anuncia, desde que empezó a gobernar el PP en Jaén.

Estas operaciones de mantenimiento y reparación (allá donde las vean) le han parecido sensacionales a este gobierno municipal de toda una capital de provincia, y hasta le ha dado nombre, viniéndolo a llamar "micropolítica". Pero además, y según el propio Ayuntamiento, se han hecho en colaboración con las distintas asociaciones de vecinos. Si hace falta reponer la lámpara fundida de una farola, ahí tenemos una actuación, una baldosa que se ha despegado, otra actuación, una señal de tráfico arrancada… otra actuación; y así. Desconozco si en esa colaboración con las distintas asociaciones vecinales se debate si las lámparas han de ser de rosca ancha o estrecha. En cualquier caso, vecinas y vecinos de Jaén, regocijémonos, porque hasta que el PP volvió al Ayuntamiento en 2011 y trajo consigo la revolucionaria micropolítica, cualquiera iba a pensar que era necesario cierto mantenimiento urbano. Y en consecuencia, regocijémonos también y vayamos con la frente bien alta, la espalda recta, los hombros hacia atrás y paso firme aquellos que hacemos "micropolítica" en nuestros hogares y sustituimos bombillas fundidas, latiguillos del grifo con holguras y pilas del reloj gastadas. Imiten al Ayuntamiento de Jaén, no vayan a pecar de falsa modestia y no duden en presumir de ello entre sus semejantes, y si además tienen Facebook lo cuelgan en su muro, "hoy he hecho la cama y he fregado los platos, he usado el váter y le he pasado la escobilla", una fotografía bien sonrientes y el hashtag #Micropolítica. ¡María! ¡Cuántos años de anónimo mérito sacudiendo el esterillo de la puerta de su casa sin que nadie supiera que estaba usted inmersa en un denodado plan de "micropolítica"!

lunes, 12 de enero de 2015

O ELLOS O NOSOTROS



Uno de los errores más graves que pueden cometerse a la hora de defenderse de un ataque externo es desconocer o ignorar la naturaleza del enemigo. Al contrario, cuando se conoce bien lo que cabe esperarse del que nos ocasiona el daño, se toma ventaja porque entonces estamos mejor preparados para preverlo, evitarlo o responder al ataque. Por tanto, a la gente habrá que comenzar por decirle que los actos terroristas sobre los dibujantes de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, tienen nombre y apellidos. El terror tiene etiqueta porque se ha cometido en nombre de una determinada religión, la islámica. Ha sido para “vengar” al profeta Mahoma, y no como se pretende hacer ver, en nombre de un fanatismo religioso transversal en el que degenera la profesión de una fe mal entendida cualquiera que sea. Más claro aún, son musulmanes los que han asesinado a sangre fría a los franceses. Yihadistas, extremistas, fundamentalistas… sí, pero musulmanes. No son hechos ni aislados ni concernientes a una minoría, sino que provienen de la misma religión que predomina en países como Siria, Libia, Arabia Saudita, Egipto, Irán e Iraq y que están ahora mismo a tiros. Entre ellos y contra los cristianos, que también hay que decirlo, alto y claro, para el que no se entere o no se quiera enterar. Son musulmanes los que les cortan el cuello a los niños y los que lapidan a las mujeres. Es muy bonito, precioso… que en nombre de la libertad religiosa y el multiculturalismo se quiera hacer un enjuague para disfrazar de rosa lo que es brutalidad y barbarie, pero sucede que tarde o temprano la máscara cae y la cruda realidad se nos aparece chorreando sangre y en la puerta de nuestra casa. Porque estos terroristas, musulmanes, no provienen como diría Aznar de “desiertos lejanos”, no. Provienen de segundas y terceras generaciones de inmigrantes, musulmanes, y que han hecho su vida enteramente en nuestros países. Hablan nuestros idiomas y se han educado en nuestras escuelas, pero aún así, no han querido integrarse en nuestras vidas y en nuestra concepción universal de lo que es la sociedad, la cultura y sobre todo, el hombre y el respeto que merece su integridad, física y moral. Ahora bien y visto lo anterior, podemos seguir ignorando el problema que tenemos, o podemos empezar a defendernos, por ejemplo, llamando a las cosas por su nombre; porque los terroristas musulmanes lo tienen meridianamente claro. O son ellos o somos nosotros. Matan y seguirán matando sin que les tiemble el pulso en ello porque obedecen ciegamente a una Ley, la islámica.