martes, 29 de julio de 2014

MUTATIS MUTANDI



Refiere el dicho popular que cualquier tiempo pasado fue mejor, y aunque esta aserción suele cumplirse en la mayoría de las ocasiones, no siempre tiene porqué. Durante el pasado fin de semana, el Partido Socialista Obrero Español ha celebrado su congreso extraordinario, la nueva dirección del PSOE, encabezada por Pedro Sánchez, sustituye al frente del partido al veterano Rubalcaba. Está por ver si esta transición al mando de los socialistas va en el buen camino o no. El tiempo dirá si este cambio será el revulsivo que necesita un partido centenario, el que más años ha gobernado en España, y el que más poder llegó a concentrar. A día de hoy, este partido que era hegemónico, está en la lona, a punto del KO, sostenido tan solo por el baluarte de un PSOE andaluz, que resiste incólume los débiles y castrados embates de una oposición que no ha sido capaz de hacerle mella, ni siquiera en sus horas más bajas. Esta fortaleza ha sabido aprovecharla para hacer valer su peso en la nueva dirección socialista.

Sin embargo, aquel PSOE de los 202 diputados de 1982 ha llegado a un punto de declive tal que requería de drásticas medidas de revolución interna que dieran un giro de ciento ochenta grados a su triste presente. Esta degradación ha discurrido pareja al de toda una generación de políticos de un tiempo que ya se agotó. Políticos que han venido desempeñando un papel protagonista en España desde hace muchísimos años y que hacía perentoria su sustitución por otros que sepan hacer frente a las demandas de regeneración política que pide urgentemente la sociedad española. Ignoro si los nuevos dirigentes socialistas serán capaces de sintonizar con las necesidades acuciantes de los españoles, soy muy escéptico en este punto, pero este recambio era ya improrrogable.

Así, la confesión hecha por Jordi Pujol a finales de la semana pasada, por la que reconoció haber mantenido fortunas en el extranjero durante décadas, que escapaban al control del fisco, no ha hecho sino reforzar la posición de aquellos que legítimamente opinan, que el sistema encarnado por las personalidades de aquella generación pasada, ha tocado a su final. El nivel de relajación y lividez moral alcanzados por la política española durante estos años ha propiciado que la concepción pública de la sociedad hacia la política haya alcanzado estos límites de opinión tan negativos.

Desconozco si la nueva hornada de dirigentes será capaz de enmendar los muchos y muy graves errores cometidos por sus antecesores. Espero por el bien de todos que así sea, pero albergo una duda razonable de aquellos que a lo largo de todos estos años han crecido a la sombra de estas personalidades que han venido protagonizando estos y otros escándalos de similar índole.

Una vez caído el árbol, desaparece la sombra, y si se produce un cambio auténtico en las personas que ahora asumen las responsabilidades del poder, deberá producirse consecuentemente un cambio en el planteamiento general de las formas y el fondo que hasta ahora se han seguido. Solo a través de los hechos, no de las palabras, podremos comprobarlo.

martes, 22 de julio de 2014

#ELGANAPÁN2.0



Quien haga uso de las redes sociales, como es mi caso, habrá advertido la proliferación en los últimos tiempos de numerosas personas, en ocasiones auténticos ejércitos perfectamente coordinados y mandados, que desde su perfil público acometen una tarea de difusión en internet, a través de esas redes sociales, propagando urbi et orbe el argumentario que les proporcionan los partidos políticos a los que están afiliados. Compartir o Me gusta cuando hablamos de Facebook, twittear o retwittear, cuando lo hacemos refiriéndonos a Twitter, son palabras con las que nos estamos familiarizando debido a las nuevas estrategias de comunicación y propagación de los mensajes de los partidos, que de este modo, y a un coste nulo, los hacen llegar a millones de personas, de posibles votantes, su mercado. Las personas que desde su ordenador, teléfono, tablet, i-phone, etc. dedican su tiempo a estas labores han venido a ser llamadas community managers, un nombre que así dicho, aporta cierto halo de importancia a quien lo es. Pero como quiera que nuestra forma de hablar a día de hoy está plagada de anglicismos por el peso del inglés en el mundo de las nuevas tecnologías, vamos a hacer un ejercicio de defensa del español, al menos en aquellos términos, palabras o vocablos para las que efectivamente existe ya una equivalencia en el idioma del Imperio. Ahí es donde entra la figura del "ganapán" que no es sino quien se gana la vida llevando o trayendo recados, es decir, aquello a lo que se dedican los llamados community managers, al menos, quienes lo hacen de forma profesional. Para los que lo hacen gratis et de amore podría aplicárseles el término carpetovetónico voceros. Cuando retransmiten por el telediario la alocución de un Mariano Rajoy, o de un Pérez Rubalcaba ante su militancia, podrán verlos, enfrascados todos ellos en su teléfono móvil, difundiendo en vivo y en directo, simultáneamente al acto, los mantras que estos repiten. De igual forma actúan cuando reciben ávidos los argumentarios del partido, ahí están ellos para difundir lo bien que lo hace su partido y lo rematadamente mal que lo hace el contrario, so pena, en muchas ocasiones, de hacer un ridículo total, pues aquellas faltas que achacan al contrario son las mismas que ellos cometen allí donde gobiernan. Tal es la importancia del ganapán o del vocero en nuestros días, que no es raro enterarse de noticias de importancia por lo que publican las personalidades de relevancia en sus perfiles de redes sociales, que por lo general, no son gestionados por ellos mismos, sino por estos profesionales dedicados a tan menesterosa labor. Tan es así, que en muchas ocasiones son los propios informativos los que se hacen eco de estas declaraciones vertidas en sus perfiles.

Esa es la tarea del ganapán, o el símbolo y paradigma de la política de 140 caracteres que impera en nuestros días, donde pesa más un mensajito corto con la arenga diaria y el mensaje empaquetado con una cara bonita, que un trabajo real, sesudo y bien hecho.

martes, 15 de julio de 2014

SON NECESARIOS



Con la crisis económica que aún estamos atravesando a pesar de todas las soflamas, alharacas, peroratas y discursos halagüeños que quieren transmitir desde el Gobierno, han sido muchos los trabajadores que perdieron su empleo durante los primeros años de la misma, y o bien no encuentran uno nuevo o bien esa labor se les antoja ya una misión irrealizable. Me quiero centrar en el colectivo formado por aquellos trabajadores de edad madura, pero que aún son perfectamente válidos para desempeñar un trabajo. Son aquellos empleados de alrededor de los cuarenta y cinco años en adelante, que hasta la crisis económica han desempeñado con extraordinaria validez su profesión, cumpliendo perfectamente aquello que se les demandaba y se les exigía. Luego vino la crisis económica y perdieron el empleo, y si ya es difícil encontrar un trabajo para una persona joven, que acaba de concluir sus estudios universitarios, o de posgrado, no digamos ya las dificultades añadidas que se les plantean a estas personas, que a mi parecer, todavía tienen mucho que aportar dada su experiencia, su valor y su utilidad demostrados.

No hay derecho a que se les cierren las puertas del mercado laboral a trabajadores que durante décadas han cumplido con sus obligaciones en el trabajo, con la superficial y equivocada excusa, de que su edad no es la idónea para reemprender la actividad profesional en un puesto de trabajo distinto del que venía ejerciendo. Estas personas, además, son por lo general padres de familia, lo que implica, que debido al retraso cada vez mayor propiciado por esa misma precariedad laboral, con que los hijos abandonan el hogar y pueden en el mejor de los casos independizarse, tienen aún que sostener un hogar y sus inherentes necesidades económicas. De igual forma, es inaceptable, que a un señor o señora, que por edad es perfectamente competente, se le condene al paro hasta que en el más benévolo de los supuestos, pueda jubilarse, con la consiguiente merma económica que suponen todos estos años sin cotizar por estar desempleado. Pero no hablo ya de economía, de dinero, de sueldos. Vamos a hablar de autoestima, de sentimientos ¿Acaso no cuenta la sensación de frustración con que estas personas viven estos momentos? Estamos hablando de trabajadores que lo han sido, en muchos casos, desde que eran adolescentes, que llevan grabado a fuego el levantarse temprano, trabajar denodadamente y ser el sostenimiento de su hogar. Queda fuera de toda duda que todavía son absolutamente necesarios y cuentan con una experiencia práctica y una entrega que ningún título universitario o juventud son capaces de suplir.

Así, estos trabajadores asisten con justificada preocupación al trance por el que atraviesan dadas las circunstancias. Convendría que las instituciones públicas, véase Gobierno, Junta de Andalucía, Unión Europea, etc. al mismo tiempo que promueven planes de empleo juvenil, sepan también advertir la preocupante señal de alarma que supone abandonar al desempleo, pero sobre todo a la angustia y al desaliento, a toda una generación que ha demostrado, con toda una vida de sacrificio y esfuerzo, su capacidad y valía para seguir dando lo mejor de sí mismos.

martes, 8 de julio de 2014

LA REFORMA LOCAL



El Partido Popular, según está reaccionando, debe de andar profundamente preocupado tras los resultados de las elecciones europeas. Lo último ha sido anunciar una reforma legal para que en los ayuntamientos gobierne el partido más votado. De este modo se va a impedir que dos o más partidos se unan entre sí tras las elecciones y gobiernen en coalición. A priori podría decirse que esta reforma es lógica y legítima, pero vayamos a los verdaderos motivos que mueven al Gobierno a promulgarla ahora, y no antes ni después.

El PP sabe que a pesar de su propia crisis y la pérdida masiva de votos que sufre, seguirá siendo en muchos municipios el partido más votado. Hoy en día no tiene competencia en la derecha, pero lo que pudiera ser una ventaja, se convierte en un arma de doble filo. Si bien es cierto que de este modo obtiene el apoyo masivo del votante de centro-derecha, también es cierto que no tiene ningún otro partido afín con el que pactar llegado el caso. La izquierda sin embargo reparte su voto en muchos partidos, desde el PSOE, que tradicionalmente ha aglutinado el voto de centro-izquierda pero que se va desinflando según pasan los segundos, hasta otros partidos de progreso como UPyD, o más radicalmente izquierdistas como IU y sobre todo, la novedad, Podemos. Pero ese voto de izquierda que está atomizada, dividida, no se pierde como el del votante de derechas, que si no está contento con el PP, y al no haber alternativa en la derecha, se queda en su casa. De unirse las fuerzas de izquierda, el PP sería desalojado con toda probabilidad de muchos ayuntamientos donde hoy gobierna. Todo esto lo han visto claro desde el Partido Popular y de ahí las urgencias en reformar la ley de cara a las próximas elecciones municipales. Gobernará la lista más votada, que en muchos casos, como ha quedado explicado, será la del PP. La reforma, por tanto, no obedece a un empeño de que gobierne la lista más votada y en consecuencia la más legitimada para hacerlo, sino a un objetivo netamente electoralista en favor de los intereses del Partido Popular. Javier Arenas ya cansineaba hace muchos años con aquello de que debe de gobernar la lista más votada, y el que pierda, a la oposición, sic. Sin embargo, tras casi tres años de gobierno del PP y mayoría absoluta en el Congreso y Senado, no ha sido hasta ahora cuando se han decidido a cambiar la ley. Temen que la izquierda, aunque dividida, sea capaz de aunar fuerzas, poniendo en peligro todos estos municipios que hoy tienen en su poder.

En el PP son muy conscientes de que el partido, en multitud de municipios y Comunidades, solo puede gobernar si obtiene mayoría absoluta, porque no existe ningún aliado natural. El caso de Extremadura, donde gobierna el PP en minoría con la aquiescencia de IU, es una excepción. Los tiempos que corren no son proclives a las mayorías absolutas, y el Partido Popular, vistas las orejas al lobo, emprende una reforma a su medida, pero por puro interés electoral.

martes, 1 de julio de 2014

MALO CONOCIDO



Afirma el muy sabio y variado refranero español que “más vale malo conocido que bueno por conocer” y que “más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena”. Ambos asertos, verdades universales para nada exageradas y contrastadas por el infalible filtro de la experiencia pueden extrapolarse sin problema alguno al plano internacional imperante en nuestros días.

Centrémonos en el caso de Iraq. El malo conocido era Saddam Hussein. Lejos de mí justificar en lo más mínimo las barbaridades y desmanes cometidos durante su dictadura. Pero desde que en marzo de 2003, los EE.UU. con Bush al frente del séptimo de caballería derrocaron el régimen por la fuerza so pretexto de unas inexistentes armas de destrucción masiva; la insurgencia y el terrorismo de corte islamista, se hallaban hasta entonces controlados y sujetados por el gobierno de Saddam. Hasta cierto punto, minorías como la cristiana, gozaban de cierta libertad para profesar pacíficamente su fe. A día de hoy, con el “bueno por conocer”, el actual gobierno iraquí, producto de la democracia que fue implantada allí por la fuerza de las armas, ha propiciado que la sangre anegue las calles de Iraq en multitud de atentados que se suceden a diario. En definitiva, un fracaso debido a la imposición forzosa de un orden, el occidental, en un país con múltiples variables entre las que se encuentran las disputas religiosas y violentas entre chiíes y suníes, que están desangrando entre el terror millares de vidas en aquella región. Lo mismo puede decirse de la Libia de Gadafi donde hoy impera la ley islámica o de la Siria de Bashar al-Asad, en plena guerra civil.

De esta forma seguimos con la segunda de las afirmaciones, “más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena”. Cuando en 1808 las tropas napoleónicas invadieron España, se puso fin igualmente a un régimen, el de Fernando VII, en el que el absolutismo cercenaba de plano los derechos fundamentales y las libertades públicas. ¿Cabría por tanto esperarse una acogida favorable del nuevo rey José I Bonaparte, “Pepe Botella” para el jacarandoso pueblo español? No, la imposición por la fuerza de este orden en España, supuso el efecto contrario. Levantado el pueblo español en armas contra el francés y expulsados del territorio patrio, el lema “¡vivan las caenas!” es acuñado por los absolutistas españoles en 1814 cuando, en la vuelta del destierro del Rey Felón, se escenifica un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza, que fueron sustituidos por personas del pueblo que tiraron de ella. Encantados por tanto de ser vasallos de tan indigno señor.

Por más que estas situaciones puedan parecernos una barbaridad, cada pueblo tiene sus particularidades y sensibilidades, y aquello que desde nuestro punto de vista nos parece lo mejor, no tiene por qué serlo para los demás. Aunque deseemos para todo el orbe un régimen de libertades políticas como el occidental, no siempre es posible ni aconsejable su extensión. Pero sobre todo se ha de ser muy cauto, pues lo que se impone por las armas, recibe siempre su igual contestación.