martes, 6 de mayo de 2014

NERÓN



Se cuenta del emperador romano Nerón, que mientras Roma ardía bajo el Gran incendio, este se encontraba tocando la lira. Ha sido bajo este signo de crueldad como se le ha representado y conocido históricamente. Nerón encarna así el papel del que se muestra indiferente al sufrimiento ajeno.

A lo largo del tiempo han sido muchos los episodios de barbarie que han sembrado de muerte y sufrimiento la historia de la humanidad, pero que han contado con la indiferencia general de las sociedades de la época. El mismo circo romano albergaba la lucha a muerte entre gladiadores para júbilo del gentío, y la esclavitud, históricamente, ha sido la norma, no la excepción.

Más recientemente, no han pasado ni cien años desde la utilización de la bomba nuclear en Hiroshima, los campos de concentración y los gulags. Todo ello con cierto conocimiento y hasta pacífica asunción por parte de las sociedades de aquel tiempo.

Hoy en día, de una parte, nos echamos las manos a la cabeza incapaces de comprender semejante brutalidad; y de otra, existe la creencia generalizada de pensar que todos estos delirios han pasado a la historia y han sido superados por la evolución de una humanidad cruel a una sociedad civilizada. Sin embargo, a pesar de ser cierto, solo lo es en parte. Analizando el presente, encontramos la generación de sufrimientos y padecimientos de parecida crueldad y extensión. Como ejemplo, la pobreza y la miseria que afecta a tantas personas en el mundo y de la que tienen una buena cuota de responsabilidad gobernantes, organizaciones internacionales y élites financieras, que como Nerón, no hacen nada mientras millones sucumben al hambre y la pobreza en el mundo. En España, el terrorismo etarra no habría sido posible de no haber contado con cierta justificación para vergüenza de sus consentidores.

Como Nerón se comportan también algunas potencias internacionales mientras la guerra asola países como Ucrania o Siria, abandonados a su suerte. Escandaloso es el caso de China, país en que los derechos humanos resultan ciencia ficción pero a la que nadie se atreve a toser, porque económicamente no interesa poner en peligro los pingües beneficios de las empresas que invierten allí. Lo mismo puede predicarse del caso palestino, o de la pena de muerte en EE.UU. 

Pero para ver a Nerón tocando la lira ante el sufrimiento del resto no hace falta ir tan lejos, ni mirar tan alto. A veces es suficiente con mirarse al espejo ¿Qué hacemos si no cuando pasamos por la calle al lado de alguien que pide, de rodillas, para comer y miramos para otro lado? ¿Qué hacemos cuando para salir una noche de fiesta entramos a sacar dinero a un cajero donde duerme una persona sin hogar? ¿Qué hacemos cuando estamos sentados a la mesa, comiendo, y somos capaces de ver al mismo tiempo, en el telediario, toda clase de sucesos espantosos sin que se nos quite el hambre?

Ni hemos cambiado tanto como pensamos, ni somos muy superiores moralmente a aquellas sociedades. Nos auto complacemos en esta creencia vana, pero no es así. El hombre, para su desgracia, sigue siendo capaz de tocar la lira ante la injusticia y el sufrimiento cuando afecta a los desconocidos o a los pobres.

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