martes, 25 de junio de 2013

FLOR NUEVA DE ROMANCES VIEJOS



Reconozco lo mucho que me airé el pasado miércoles por la foto que los diez rectores de las universidades públicas de Andalucía se dejaron tomar con Griñán por al acuerdo para “proteger el sistema público universitario de Andalucía”. Una nueva muestra de lisonja a los políticos que resultan “simpáticos”. De todos es conocida la enorme deuda que la Junta de Andalucía mantiene con sus universidades públicas. Más con la de Jaén, que llevó a su Rector a plantearse públicamente la dimisión si la institución que preside no era capaz de afrontar sus pagos debido a esta deuda. Así, mientras la fotogenia de los rectores irradia del Sol de San Telmo, en caso de haber sido el Ministro de Educación, Wert, el protagonista de dicho encuadre, dudo mucho que hubiera gozado de tan generosa y nutrida presencia. Parece mentira que estos “paladines” que son en la Junta de Andalucía de la educación pública, vendido todo ello con alharaca, tengan que prometer a los rectores el pago urgente del 10% de la deuda que la Junta mantiene con la universidad pública andaluza. Menos fotos y pactos y páguese lo que se adeuda. Hechos son amores y no buenas razones. No tiene cabida presumir de la defensa de la educación pública y al mismo tiempo ponerla en jaque por la deuda que irresponsablemente tienen contraída con ella. Así por ejemplo, en Jaén 254 alumnos se disputarán las 128 plazas que es capaz de ofertar el Conservatorio de Música, por lo que muchos de ellos, aun aprobados, quedarán sin plaza. Todo por falta de medios, por falta de apoyo económico de la administración. Contradicción pura. Sin embargo, aprovechando el foco puesto sobre la política andaluza parece ímprobo e incluso irrealizable el esfuerzo que en mi opinión deberán hacer los grandes partidos políticos de la región para volver a venderse como la encarnación terrenal redentora de las desdichas que nos aquejan. Más allá de los escándalos por corrupción que enturbian la imagen general de la política, y del desesperante paro, hay que añadir otros elementos o factores. Es muy probable que ni Griñán, ni Valderas, ni Zoido, repitan como primeros espadas de PSOE, IU, y PP respectivamente. El primero por edad. Sus 67 años hacen poco factible que vuelva a capitanear a un hegemónico PSOE, que a pesar del tiempo, décadas en el gobierno de la Junta, parezca sucumbir siquiera a los mismísimos EREs. El segundo, Valderas, relevado ya de la coordinación general de IU Andalucía por Antonio Maíllo, podría ser incluso que aspirase a protagonizar un futuro y segundo pacto PSOE-IU visto para desalojar al PP de La Moncloa. Por último está el PP andaluz, que después del batacazo de su vida aquel 25 de marzo de 2012, en ese suma y sigue de su particular rosario de frustraciones en Andalucía, se echó en manos del sevillano Zoido como “Papa de transición”, que ocupará la comburente regencia hasta nueva noticia o “dedazo”. Mucho me temo, por experiencia, que el relevo de estos políticos andaluces será “flor nueva de romances viejos”.

martes, 18 de junio de 2013

CONTRASTE



Al hilo de la portada de Viva Jaén del pasado viernes 14 de junio en que se nos informaba de los recortes en becas de estudio a 600 alumnos de la Universidad de Jaén, y en conexión con las declaraciones del Presidente del Gobierno hechas el pasado sábado en que “anima” a la banca a la concesión de créditos al objeto de reactivar la economía, es fácil advertir el contraste entre las renuncias impuestas por el Gobierno a los españoles y los “ánimos” que en cambio Rajoy dirige a la banca para que abra la financiación a empresas y particulares. Al estudiante se le ha retirado la beca directamente, no se le anima a renunciar a ella. Además, y debido a la reforma de la Ley de Educación, necesitará obtener más de un 5 (aprobado) para mantenerla si la ha conseguido. Pero a la banca, cuya función social consiste en la concesión del crédito, se la invita, se le anima amablemente, a cumplir con esa tarea asignada. No se le impone, no se la obliga. Eso, a pesar del enorme gasto que la hacienda pública ha hecho con cargo a todos nosotros para que la banca no quebrase. Llama la atención esa disparidad de trato del Gobierno respecto de unos y otros. Pienso en aquellos funcionarios a los que lamentablemente no se les animó a renunciar a parte de su sueldo, en aquellos pensionistas a los que no se les animó a perder poder adquisitivo, en aquellos trabajadores a los que no se les animó a perder días de indemnización por despido con la reforma laboral de 2012, y en todos nosotros, cuando por desgracia no nos animó Rajoy a pagar más impuestos. Esta actitud injustamente discriminatoria nos hace ver con claridad quiénes son los que de verdad importan a algunos políticos. A quiénes obedecen. ¿Con qué cara se presentarán ante nosotros en las próximas elecciones para pedirnos nuestro voto? ¿En qué mitin nos contarán lo mucho y bien que trabajan para nuestro provecho? ¿Le dirán a ese estudiante de Jaén que ha perdido la beca de estudios, que mientras que a él le exigen una nota determinada, al que se puede pagar sus suspensos no se le exige nada más? Creo que no hay que regalar absolutamente nada. Lo que se da de regalado acaba por no valorarse. Sin embargo, una beca de estudios no ha sido nunca un regalo, un gasto, sino una inversión, y quien la ha recibido es porque amerita las circunstancias bastantes para tener derecho a ella. Mermando esa prestación que el Estado asigna, y con una exigencia para concederla de un rendimiento académico que vaya más allá del aprobado, queda rota la igualdad de acceso a la educación que es lo que verdaderamente constituye el núcleo de este derecho. Resulta inaceptable que alguien que pueda pagarse sus suspensos siga ocupando plaza en una universidad, mientras que otro estudiante becado que simplemente apruebe, con un cinco, pierda la beca que posibilita sus estudios. Animo por tanto al Presidente del Gobierno a reconsiderar estos contrastes.

viernes, 14 de junio de 2013

LA HERENCIA RECIBIDA



En estos seis años de travesía por el desierto en que la crisis económica y sus inmisericordes efectos han venido protagonizando el periódico de la mañana, el telediario de la tarde y el programa de radio de la noche, han sido muchas las explicaciones y justificaciones presentadas por políticos y administraciones para tratar de enjugar en lo posible su gestión. Quizá una de las más utilizadas haya sido la cita a “la herencia recibida”. Es decir, cuando se excusan en los problemas que asumen de un equipo de gobierno anterior. De eso quiero tratar en estas líneas. La alusión a esa “herencia recibida” es indistinta de la adscripción política del gobernante del que provenga. Ante el uso y abuso que administraciones y políticos hacen de esta disculpa hay que contestar que nadie obligó a los que ahora se quejan de sus predecesores a presentarse a unas elecciones o a postularse para el puesto de dirección política que ahora ostentan, y muchos menos a mantenerlo. Muy al contrario, los electores que depositaron su confianza y su voto en los que ahora tienen la responsabilidad -repito, libremente asumida- de gestionar la administración encomendada, eligieron esa opción porque en tiempo de campaña electoral les fueron prometidas las soluciones que ahora en justicia demandan. Nadie concurre a unas elecciones con la sola promesa de despotricar constantemente de su predecesor en el cargo. Por otra parte, ¿qué mérito tiene gestionar una administración pública cuando todo va bien? ¿Acaso el buen político huye de los problemas que se le plantean? Cualquiera es válido para ser alcalde, Presidente del Gobierno, etc. y no hacer absolutamente nada amparándose en lo hecho o recibido de otros. Es fácil llegar al poder, “cerrar el grifo” y que pase el tiempo, y si alguien advierte del deterioro en que desemboca todo… ¡Ah!, mire usted, la culpa no es mía sino del que estuvo antes porque despilfarró y lo hizo fatal. Pues no, en esto no consiste la vocación de servicio público, y si nada puede hacerse entonces, mejor irse. El buen cocinero, con menos, es capaz de hacer unas lentejas que saben a gloria. El buen maestro es el que consigue que sus alumnos, los aplicados y los que no lo son tanto, saquen adelante su curso. Así, parafraseando estos ejemplos, el hacer del buen político en tiempo de zozobra económica no es escudarse en errores ajenos y pasados, sino en ser capaz de captar inversiones, mantener las calles limpias o los servicios públicos funcionando, de mitigar el desempleo, de preservar, a fin de cuentas, un estado de las cosas que se corresponda con la gestión que como servidor público se le exige. Por el contrario y desgraciadamente, en Jaén estamos acostumbrados a que políticos de un partido y otro se culpen mutuamente de los males que aquejan a nuestra querida ciudad, a nuestra querida provincia, y que todo siga igual, en total parálisis. ¿Para cuándo unos políticos capaces de superar ese discurso facilón y perjudicial para nuestros intereses? Simplemente para cuando cobremos consciencia de que eso está en nuestra mano.