lunes, 29 de junio de 2015

LA MODERNIDAD



Yoguis, runners, singles, hipsters, indies, la cocina de autor, la hiperconectividad del homo mobilis, un mundo new age lleno de extravagancias que cada vez más se implantan en nuestro modo de vida como el mantra prototípico que todos debemos de perseguir.

Hoy en día se juntan trescientas personas para practicar yoga en la calle, pero, por muy milenaria que sea esta disciplina; el equilibrio, la paz interior y la serenidad espiritual que un señor de setenta años pueda experimentar a través de su práctica, la ha venido experimentando tradicionalmente juntándose con sus amigos a mediodía en el bar para tomarse tres chatos de vino con sus correspondientes tapas, cerquita del ventilador. De la tasca, puedo garantizar, sale el señor pleno de paz y equilibrio. Los retiros espirituales y Santo Tomás de Aquino, la lectura de las doctrinas de los doctores de la Iglesia y la filosofía clásica y occidental, son cosa de risa y han dado paso a hacer la grulla y darse masajes con oro y chocolate. Si alguien muere, ya no es extraño oír la expresión "allá donde esté". Pero si ha muerto, habiendo sido bueno está en el Cielo, y si fue malo, en el Infierno. Claro está, esto implica quizá reconocerse cristiano, y hoy en día esto último ni es cool, ni in, ni chick.

La modernidad a toda costa, sin pensar en nada más. Historias maniqueas sin rigor ni base ninguna. Dejarse seducir por un lenguaje simple, low cost, carente de toda razón que lo justifique. Mitos y bulos que se extienden en la sociedad y que a veces pueden acarrear consecuencias muy graves. Porque, y esto es muy serio, las tendencias perniciosas de relativización de las cosas en pro de la modernidad sin sentido dan lugar a veces a hechos tristísimos. Me refiero a la muerte del pequeño que contrajo difteria, una enfermedad que le ha costado la vida, y que se podría haber evitado si sus padres no hubieran abrazado una nueva creencia ilusoria como es la de los antivacuna. Ni mucho menos, como podemos ver, todas las creencias deben ser respetables, más aún cuando estamos jugando con la salud de una persona y la salud pública. El problema es que actualmente muchas cosas que se daban por sentadas, por esto mismo y por ser tradicionales, se menosprecian frívolamente en favor de comportamientos extraños, con el resultado que hemos visto.

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