lunes, 7 de marzo de 2016

CUENTA ATRÁS



Primer intento de conformar gobierno y primer fracaso. La pinza PP-Podemos desbarata las magras opciones de Pedro Sánchez de cantar victoria y además de toda la parafernalia cutre y casposa de Podemos llama la atención la vuelta del Partido Popular a las andadas. Sí, a ese mismo papel de oposición que interpreta cada vez que le toca salir del gobierno, solo que esta vez no ha hecho falta ni apearlo del poder durante cinco segundos para que vuelvan las pataletas desde la bancada popular, los sarcasmos viperinos de Rajoy, carentes de toda gracia y más propios de cacique provinciano del siglo XIX orgulloso de la herrumbre que blasona su decadente estirpe. Por volver, ha vuelto hasta la ETA, recurrente amenaza que saca a pasear el PP en sus más bajos instintos y pasiones para azuzar el miedo a gobiernos extraños a ellos al tiempo que esconden bajo la alfombra aquel “movimiento vasco de liberación” y a Bolinaga. Al grito de se rompe España, votan en contra de prohibir expresamente un referéndum en Cataluña, y queriendo sacar pecho de recuperación económica niegan una socialización razonable de esa recuperación que descargue algo los castigados lomos de las clases medias, fritas a subidas de impuestos a lo largo de estos cuatro años.

Llama la atención del mismo modo, que aún en la plena consciencia de la exigua suma de escaños que concurren, el PSOE y Ciudadanos se hayan encontrado en sus pareceres antes de haberlo hecho con los que estaban llamados a entenderse por naturaleza ideológica y también por aritmética en aras a sumar para formar gobierno. Podemos en el caso del primero, PP en el del segundo. Un fallo enorme por parte de los dos partidos que llegaron a un pacto, el albergar esperanza alguna de sentido Estado entre quienes quieren destruirlo o quienes lo tienen como coto de caza propio.
Y ahora que ha pasado este turno, ¿qué? Pues tenemos a Podemos que ha arremetido con todo contra el PSOE, incluidos golpes bajos, y a un PP que sigue en su inexplicable campaña de acoso y derribo contra el único aliado que le quedaba, Ciudadanos, sin que en ningún caso la situación permita desbloquear el estado de desgobierno en el que estamos. El destino, salvo novedad de última hora son nuevas elecciones, y está en marcha la cuenta atrás.

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