lunes, 14 de marzo de 2016

MÁS QUE UN DÍA DE BORRACHERA



El próximo jueves tendrá lugar en Jaén un año más la llamada Fiesta de la Primavera, que, prescindiendo del eufemismo, no es otra cosa sino un botellón enorme. Sobre este tema se reabre la polémica año a año observando la oportunidad de dejar que se celebre el evento dado el desembolso que genera al Ayuntamiento en dispositivos especiales de policía, sanitario y de limpieza; el riesgo intrínseco para la seguridad de las personas que entraña la realización del botellón, así como las molestias que se generan a los vecinos de las zonas aledañas.

La verdad es que nunca he visto la necesidad de ir expresamente a ningún sitio, y menos a un descampado, a coger una bomba de padre y muy señor mío, con alcoholes, que además son bastante duros para el cuerpo. Tampoco pretendo hacer de este tema causa del puritanismo militante, entre otras cosas, porque uno mismo, en ocasiones puntuales y dejado llevar por lo distendido del momento o la oportunidad de la compañía, igualmente ha caído en el exceso de beber.
En cualquier caso, lo que me parece más preocupante es la actitud del mensaje que se ofrece de todo esto, de la muchedumbre que ese día va al ferial a hacer botellón, porque me pregunto cómo cambiaría el panorama, si esas mismas ganas de ir al botellón fueran puestas en hacer de la juventud un sector más reivindicativo y luchador en la sociedad de lo que actualmente es. Quizá, si ese número de jóvenes, que en otros años han pasado de los diez mil, estuviesen, sí, en la fiesta, pero también y otros días a las puertas de las instituciones pidiendo trabajos fijos y bien remunerados, becas para estudiar, una ley de educación definitiva… todo cambiaría muchísimo. Efectivamente hay siempre, en la juventud también, un sector de la población que trabaja activamente por aquello que es bueno y justo, pero son siempre los menos. Da pena, que muchos de los que bajen el próximo jueves al ferial con sus bolsas de plástico y sus botellas, estarán igualmente sumergidos en el paro o en el empleo precario. Pero no protestan con las mismas ganas con las que beben. Y eso no puede ser.

En definitiva, estamos contando la misma historia de siempre, que se puede, pero no se quiere, y es esta la causa de la desdicha, más que un día de borrachera.

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