martes, 8 de abril de 2014

MICROPOLÍTICOS



Micropolítica es el término que actualmente se emplea para referirse a pequeñas actuaciones puntuales, que sin suponer un alto coste económico, responden en teoría a necesidades del día a día de los vecinos de una ciudad. Una carretera en mal estado que es asfaltada, un parque rehabilitado, un plan de limpieza para un determinado barrio, cumpliría en principio esta forma de hacer política, que desde luego, no debe ser despreciada. Cosa distinta es entrever, que cuando se alude a la micropolítica como forma de actuar sin ofrecer nada más, no es sino una excusa que hasta los mejor pensados entienden como falta de capacidad para emprender proyectos ilusionantes que verdaderamente sean capaces de cambiar una ciudad deprimida.

Hoy estamos para pocas fiestas, y menos en los ayuntamientos, pero ello no exime al gobernante de dar lo mejor de sí para revertir esa situación adversa. Antes al contrario, bien que hubo esplendidez en dilapidar la hacienda pública o dejarlo a deber, en cosas innecesarias y carísimas como es sabido. Sin embargo, al gobernante municipal se le pide, en justicia, que sea capaz de enfrentarse a esa situación, no solamente dejando de gastar, pues eso lo hace cualquiera, sino a la vez, manteniendo y mejorando la ciudad que gobierna. Garantizar unos mínimos en una ciudad no puede ser tarea que quepa dispensarse por el mero hecho de haber heredado tal o cual deuda. Resulta difícil como es lógico gobernar en estas condiciones, pero es igualmente cierto que nadie ha sido obligado a presentarse a unas elecciones, mucho menos a seguir siendo representante en un ayuntamiento.

Al político de raza, a los mejores, sus vecinos les recuerdan por haber conseguido cambios profundos, puntos de inflexión, un antes y un después de su paso por una ciudad. Cada unos de ellos, desde el poder, lo empleó en darle la vuelta a un estado calamitoso de las cosas, transformándolo en prosperidad. Incluso hay muchos que sin ser protagonistas en el momento de conseguir el éxito final, se les recuerda por haber impulsado y originado ese procedimiento de cambio. Ahora sí, ese trabajo exige capacidad, voluntad, trabajo, sacrificio, incluso crítica, pero ninguno de ellos quedó llorando en la poltrona recordando continuamente la desdicha que le atormenta cada vez que entra por la puerta del despacho debido a las innumerables lacras que arrastran de épocas pasadas. Se trata de responder al mandato que le otorgan los ciudadanos, mantener y mejorar sus condiciones de vida.

A esos politicos, micropolíticos de llanto sempiterno y fácil, de memoria temprana para achacar a sus antecesores que no esté la cosa más que para sustituir una baldosa, un rosal y bachear cuatro calles, se les detecta enseguida. No dejan pasar la ocasión para recordarnos a todos que la culpa de que nada funcione no es de ellos, es de otros, olvidando tantas otras veces, que antes de esos otros, estaban ellos. Así las cosas, poco margen a la esperanza cabe esperar de quienes no ofrecen mejor solución para los problemas que desentenderse de sus responsabilidades, de su mandato y excusarse, incluso, y llegado el caso, teniendo a bien abandonar su cometido (en dirección, claro está, a otro desempeño político), actuando como quien se cansa de jugar con un juguete que ya no le sirve o no le divierte.

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