martes, 4 de febrero de 2014

E PLURIBUS UNUM



"De muchos, uno". En latín, fue uno de los primeros lemas acuñados por los EE.UU. cuando las trece colonias se integraron para conformar un solo país. EE.UU. es un Estado federal, que es el modelo que el PSOE propone para España en una eventual reforma constitucional. Esto sería según los socialistas la respuesta adecuada para cerrar el debate acerca de qué hacer con aquellos que, como los separatistas catalanes y vascos, abogan por la independencia de sus respectivas regiones y la ruptura de la unidad de España. Esta formulación respecto a la organización territorial del Estado no es novedosa sino que viene contando con adeptos desde tiempos de la Primera República Española, como fue el caso de su Presidente, Pi i Margall. Sin embargo, creo equivocada la opinión de aquellos que ven en el federalismo la solución al problema de la vertebración de España. No se puede caer en la simpleza de acudir a un sistema hecho e ideado para articular una nación en concreto y limitarnos a trasponerlo en la nuestra, simplemente, porque las naciones a estructurar son distintas entre sí. España no es una integración o asociación de una pluralidad de Estados independientes que en un momento dado deciden ceder su soberanía y federarse para constituirse en un nuevo Estado.

España es una fundación forjada de la conjunción de distintos factores como son Roma, el Cristianismo y la estatalización y unión política auspiciada por la monarquía visigótica. Tan antigua es esa realidad que en el año 754 un anónimo cronista mozárabe refiere la conquista de España por el Islam como "La pérdida de España". Sólo puede perderse aquello que ha existido con anterioridad. Antes del 711 España ya existía. De ahí que la primera gran tarea nacional fue precisamente recobrar aquella España perdida y que hablemos de Reconquista. En consecuencia España fue, es y seguirá siendo.

Sin embargo, no compartiendo la solución federalista del PSOE, tampoco comulgo con la posición del PP. El Gobierno y el partido que lo sustenta, se escudan en la Constitución para oponerse a la disgregación de España, asume en todo caso que es el conjunto de los españoles el que debe pronunciarse sobre este asunto y no solo los catalanes. Pero esto no es sino otro modo de soslayar una realidad, la existencia de la nación española, en la cual se fundamenta la propia Constitución y no al contrario como bien expresa su artículo segundo: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española…”. Tan obvio es.

Entonces, frente a la realidad preexistente de la nación española como sujeto político único y determinado ¿qué hay que dialogar?, ¿qué decidir?, ¿acaso tiene derecho esta generación a pronunciarse sobre un ser y su esencia como es la Nación? No, las soluciones a los separatismos no pasan por conformar a aquellos que son insaciables, como pretende el PSOE, pero tampoco por tomar la parte por el todo como hace el PP. España es más que una Constitución, es una Nación. Así, la solución pasa por el reconocimiento de la existencia trascendente e intangible de la nación española.

No hay comentarios:

Publicar un comentario