martes, 10 de diciembre de 2013

ME PREOCUPA JAÉN



“Nosotros amamos a España porque no nos gusta. Los que aman a su patria porque les gusta la aman con una voluntad de contacto, la aman física, sensualmente. Nosotros la amamos con una voluntad de perfección. Nosotros no amamos a esta ruina, a esta decadencia de nuestra España física de ahora. Nosotros amamos a la eterna e inconmovible metafísica de España.” Estas palabras eran de José Antonio Primo de Rivera.

Esta cita, peculiar y paradójica, como tantas otras de las que forman el acervo del discurso joseantoniano podría ser traspuesta a la situación por la que atraviesa nuestra ciudad.

Amamos Jaén, pero no nos gusta. No me gusta la situación en la que se encuentra, en la que ha desembocado. No me gusta la decadencia que vive. No me gusta que Jaén siga excluida del AVE. No me gusta la imagen que presentan sus calles, despobladas, propias de una ciudad fantasma, faltas de iluminación, de limpieza y de un atractivo comercio pujante que las anime y seduzca a sus habitantes. No me gusta la falta de oportunidades de trabajo en nuestra ciudad que obliga a la emigración a una buena parte de su juventud. No me gusta que pasen los años y que la Ciudad Sanitaria, la Ciudad de la Justicia, el Museo Ibero y el centro de salud de Expansión Norte sean, en el mejor de los casos, edificios a medio hacer abandonados al cobijo de ratas y mugre. No me gusta un casco histórico descuidado y de solares, nidos de suciedad, que rodean una catedral que pretendemos sea patrimonio de la Humanidad. No me gusta que una capital de provincia no albergue en su casco urbano un solo cine. No me gusta un servicio de autobuses urbanos que es capaz de concentrar tantas críticas plenamente justificadas. No me gusta que una infraestructura como el tranvía, que costó una fortuna, siga parada. No me gustan las “banderías” parciales, estériles e improductivas que protagonizan los plenos de un Ayuntamiento arruinado. Ruina económica injustificada teniendo en cuenta todas las carencias, omisiones y ausencias que padecemos los giennenses por parte de nuestra administración más cercana. Finalmente no me ha gustado la enésima disputa entre Ayuntamiento y Junta a cuenta del servicio de ayuda a domicilio para los dependientes, y precisamente, el fiscal encargado de instruir diligencias al respecto, apunta las responsabilidades con gran acierto y justicia salomónica. Ni Ayuntamiento ni Junta de Andalucía pueden sustraerse del cumplimiento de sus competencias y obligaciones respectivas. El Ayuntamiento tiene que prestar el servicio, la Junta pagar.

A mí me gusta la eterna e inconmovible metafísica de Jaén, pero Jaén está hoy peor que nunca y la realidad lo revela cruelmente. Parálisis, suciedad, desempleo… Me preocupa Jaén porque la amo y tengo voluntad de perfección para con mi ciudad, por eso no me gusta lo que veo, todo lo que antes he relatado. Pero sobre todo, no me gustaría que el Jaén apacible y cómodo que muchos albergamos aún en nuestra memoria, dejase algún día de ser esa referencia metafísica, esencial, de Jaén, por la despreocupación de quienes más deben velar por su perfección, sus representantes.

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