lunes, 25 de abril de 2016

EL BUEN LADRÓN



No hablo del crucificado Dimas, sino de Luis Pineda Salido, presidente de la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (AUSBANC). Esta asociación de consumidores tiene en el haber de sus logros el fin de las comisiones indebidas, la desaparición del redondeo al alza del tipo de interés, que al usuario deban informarle de la comisión que le cobran en un cajero, que las telefónicas no puedan cobrar el minuto entero de una llamada sino sólo los segundos consumidos, que exista un registro de seguros de vida para que quien pierda a un familiar pueda saber si tenía firmado alguno, la anulación de las cláusulas suelo, etc.

Imaginemos el ahorro de alguien que haya conseguido, gracias a la labor pionera de Ausbanc, el destierro de la cláusula suelo de su hipoteca y que ve reducida su cuota mensual en muchos euros todos los meses, que recupere miles de euros pagados de más, que deje de pagar en el futuro un auténtico capital de forma injusta, o que gracias a este beneficio no será desahuciado de su casa. Imaginemos a todos los abogados, yo me incluyo, que hemos facturado minutas por nuestra intervención en estos asuntos, y el dinero, también me incluyo, que hemos ingresado a hacienda por los impuestos de estas minutas. ¿Cuántos nos hemos beneficiado de esta labor de Ausbanc? Pues muchos.

Pero a Luis Pineda, ahora en prisión provisional, se le acusa de estar detrás de una red de extorsión a bancos y otras entidades de crédito. Evidentemente, y a pesar de todos estos logros conseguidos por la asociación Ausbanc bajo el auspicio de Luis Pineda, ni podemos denostar toda esa labor, ni vamos a decir ahora aquello de que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón, ni tampoco creo que sea serio emprender una campaña al grito de “Luispi Libertá”. No obstante, se aparece cierto dilema moral, puesto que los afectados de estas supuestas extorsiones serían aquellos, que previo pago de lo exigido, se librarían de demandas o querellas por cosas que desde luego hubiesen querido que siguieran bajo la alfombra. Infanta incluida. Curioso país este, desde luego, en que hasta los que desempeñan papeles de justicieros acaban pringándose en esta España donde estamos escasos de ejemplos y de virtud. Pero es que, como decía mi querida abuela, “entre pierna y pierna todo el mundo tiene mierda”.

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