lunes, 13 de julio de 2015

TASAS, LA PUERTA DE ATRÁS



En contra de las muchas posturas que actualmente tienen predicamento entre los estratos más liberales económicamente hablando, y que abogan por una intervención mínima del Estado reduciendo su peso poco más que a meras funciones de policía y defensa, yo sí creo en un Estado fuerte, con una economía racionalmente regulada y que vaya directamente enfocada al servicio de los intereses nacionales en primer lugar y también a ejercer un papel protector con aquellos que lo necesitan. No por caridad, sino por justicia. No creo en las privatizaciones ni en las concesiones de los servicios que son públicos y muchísimo menos en la privatización de servicios tan esenciales como son la sanidad o la educación, por ejemplo. Debe de haber un sistema de tributación justo y progresivo en el que pague más quien más tiene y que propicie un adecuado sostenimiento a todo ello.

Dicho lo cual, considero que actualmente se está abusando desde los gobiernos de las distintas administraciones públicas de una figura fiscal, las tasas, que se están convirtiendo en la puerta de atrás de una financiación absolutamente injusta de los gastos públicos. Las tasas, son exacciones fiscales que vienen caracterizadas por dos notas fundamentales. La primera de ellas es que su devengo tiene lugar por un servicio que solo la administración puede prestar, y la segunda de ellas, es que el importe de la tasa, viene regulado en función, estrictamente, del gasto que con la prestación de ese servicio se le ocasiona a la administración que lo da. Por ejemplo, la tasa que por el cambio de titularidad o la compraventa de un vehículo, debemos abonar en Tráfico para que nos expidan el nuevo permiso de circulación. También por los derechos de presentarse a un examen en una convocatoria de empleo público, o simplemente, por la renovación del DNI. Quien últimamente se haya acercado a renovarse el DNI, una tarjeta de residencia, un determinado certificado público, o a transferir a su nombre un vehículo, sabrá perfectamente de qué estoy hablando. Son desembolsos que no hay más remedio que pagar para unos trámites a los que estamos en muchas ocasiones obligados sin más remedio. Además, son públicas y notorias las subidas que han experimentado las tasas desde el inicio de la crisis y la precariedad de los ingresos de la administración pública, ascendiendo a importes que difícilmente justifican ese coste que ocasionamos a la administración pública por su tramitación, como hemos dicho anteriormente.

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