lunes, 27 de julio de 2015

SANTA BÁRBARA



Al igual que la Ministra de Empleo, Fátima Báñez, se encomendó en su momento a la Virgen del Rocío para que el empleo repuntase en España, ahora, las rogativas del Gobierno tienen por objeto el amparo de Santa Bárbara. Dice el refranero que nos acordamos de ella cuando truena. Pero a pesar de las sucesivas olas de calor que nos están haciendo la vida imposible, en España está tronando y de verdad. La tormenta, en forma de elecciones catalanas (las terceras en cinco años) no es una ciclogénesis explosiva, una tormenta feroz que se genera de la nada. En absoluto, primero hubo vientos, luego nubarrones y por último ha llegado el turno de los rayos y los truenos. Han sido muchos años de dejar hacer al independentismo, de consentir que se aleccione a los niños en sus escuelas en el odio a su país, de permitir que la llama del secesionismo crezca, de la retirada y el repliegue de España y lo español de Cataluña. Ahora, todos esos niños educados en la mentira del independentismo han crecido, y votan. Ahora, todo eso no tiene vuelta de hoja, e indistintamente de los resultados de las elecciones del veintisiete de septiembre el daño ya está hecho. Un alto porcentaje de la población de Cataluña que no siente a España como su país.

Que el propio Rey esté intranquilo, que el Tribunal Constitucional haya prorrogado sus vacaciones y que el Estado esté movilizándose ante el enésimo desafío independentista del Govern nos da una muestra del peligro de toda esa deriva de odio y sinrazón. Para esto hemos quedado, por culpa de la pasividad de todas las instituciones que debían de haber atajado el problema de raíz. Desde el Gobierno, pasando por las Cortes, la propia Justicia ampliamente politizada, y el Rey, que hasta la fecha y en buena prueba de la continuidad con la política templada de su padre, lo más que ha hecho ha sido negarle una sonrisa en una foto a Artur Mas. España, no puede vivir ni un minuto más bajo esta amenaza que pone en riesgo su misma existencia en un contexto en que en el mundo, este tipo de cuestiones ni se plantean, o se abortan desde su nacimiento. Que se haga lo que tenga que hacerse, pero el independentismo catalán ha de ser sofocado por todos los medios.

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