martes, 10 de septiembre de 2013

ENDEMIA



En los últimos tiempos hay, al menos, dos enfermedades que están afectando de forma endémica a los políticos en España. La primera dolencia que aqueja a nuestros representantes es la amnesia, que manifiesta sus síntomas más evidentemente cuando les llega la hora de ir al juzgado. Véase el caso de Javier Arenas en su declaración como testigo por el caso Bárcenas. El hombre adolecía de unas lagunas de memoria verdaderamente preocupantes, pues era incapaz de recordar y aportar respuestas claras y concisas a las preguntas que se le formularon. La segunda de las patologías se presenta en forma de dermatitis atópica, enfermedad de la piel. Convendrá el lector conmigo, que son legión los políticos que “se dejan la piel”, según ellos mismos insisten, por el bienestar de sus ciudadanos. Por fortuna para la fotogenia de estos denodados servidores públicos, el uso de tan manida metáfora sólo es un recurso retórico de saldo con el que despachar pronto un discurso vano, hueco, inane, consabido y seguramente falaz. Este es el caso de la flamante presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, pues la sevillana, en su toma de posesión, además de prometer “dejarse la piel” como otros muchos políticos de profesión convalecientes de este achaque, se autorretrató políticamente desvelando un nivel en armonía a la muletilla empleada. “Orgullosa heredera en la lucha por la igualdad de Zapatero”, se definió a sí misma la Sra. Díaz. Y se nota. De la terna socialista formada por Planas, Rodríguez y Díaz, era notorio que esta última cumplía a la perfección con el perfil del socialista 2.0 o de tercera vía en el que Zapatero tanto se apoyó. Pues él mismo lo encarnó a modo de precursor. Se trata de un tipo de político que no ha conocido otra dedicación que la misma política, la cual ha transmutado de vocación a profesión, y dada su palpable falta de capacidad para la administración pública, intenta suplirla con la imagen, el eslogan, y ante todo, el control inflexible del partido. Susana dice la verdad, efectivamente es digna heredera de Zapatero. Pero esta afirmación tiene su lado positivo, pues nos ha dicho una verdad y no una mentira. Sin embargo, y abandonando el tono que ha presidido hasta ahora la carta, esto es la confirmación de que el PSOE no ha aprendido aún absolutamente nada del resultado de las elecciones generales de 2011, ni de su actual situación, tan frágil. No ha aprendido nada por cuanto celebró en el PSOE-A unas elecciones primarias embridadas, y no ha aprendido nada pues vuelve a recurrir a un perfil de político cuya experiencia, una vez consumada, acabó en fracaso de bulto, cuyas consecuencias, además de otros elementos, siguen lastrando las siglas PSOE. Ambos factores, falta de democracia interna y políticos superficiales, sin fondo e insustanciales (profesionales de la política) son, a todas luces, problemas que los ciudadanos detectan y detestan. En consecuencia surge una pregunta, ¿Qué hará cambiar a unos partidos, que incluso electoralmente castigados, reinciden en los mismos vicios que los han llevado a esta situación de descrédito y desafecto?

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