lunes, 11 de mayo de 2015

LA CANCIÓN DEL LEGIONARIO



Al contrario de lo que es creencia común, no es “El Novio de la Muerte” el himno de La Legión, sino la “Canción del Legionario”, y en esta marcha, hay una estrofa que dice “Cada uno será lo que quiera, nada importa su vida anterior, pero juntos formamos Bandera, que da a La Legión, el más alto honor”.

Esta máxima, la de que nada importa la vida anterior, cuando uno dedica sus obras al servicio del prójimo, tiene hoy una relevancia en el debate político actual. Han surgido últimamente algunas voces críticas con las formaciones emergentes como Ciudadanos o Podemos, por incluir en sus listas electorales a algunos candidatos que ya habían militado anteriormente en otros partidos políticos. Incluso, se afea a Albert Rivera el haber militado en las Nuevas Generaciones del Partido Popular. Fundamentalmente, estas críticas provienen de PP y PSOE, quienes se erigen en evaluadores del “pedigrí” y la ascendencia o historia de esos candidatos, con pasado, que ahora integran las listas de Ciudadanos o Podemos. Quizá, en un intento de denunciar algún cambio de chaqueta, que pueda enturbiar la imagen de estos nuevos partidos.

Sin embargo, una vez más hierran en su propósito, pues olvidan, que ellos mismos, en su momento, se nutrieron de políticos que procedían de otros partidos. En el PP, por ejemplo, Manuel Fraga fue ministro durante la dictadura. Javier Arenas militó en UCD, Celia Villalobos, recuerda ella misma, fue mujer cercana al PCE y Pilar del Castillo, ex ministra de Cultura, formó parte de la Organización Comunista de España. Por citar solo algunos ejemplos. De otra parte, hubo y hay en el PSOE, tal cantidad de políticos, muchos de ellos dirigentes de primera línea, que cuentan con una ascendencia tan “inasequible al desaliento”, que si fueran juzgados con esta misma vara de medir que ahora propugnan, desde luego, tendrían que darlos de baja del PSOE por la Ley de Memoria Histórica.
Vista la nula legitimidad que tienen entonces PP y PSOE para señalar este tipo de circunstancias en el adversario, de este modo, el nudo de la cuestión no es tanto la procedencia de cada cual, sino, si en política se está para “hacer Bandera” o no. Un partido, unas siglas, no lo olvidemos, no dejan de ser un instrumento formal y necesario en democracia para el fin último, que debe de ser, el de la vocación de servicio público.

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