lunes, 6 de abril de 2015

RAJOY DE TARSO



Sea por los malos pronósticos que le auguran las encuestas, o por los paupérrimos resultados obtenidos en las elecciones andaluzas por el PP, a Rajoy, coincidiendo con el tiempo de cuaresma y ahora de pascua, le ha pasado como a Saulo de Tarso, luego San Pablo. Primero perseguidor de los discípulos de Jesús, luego su apóstol entre los gentiles.

En la primera carta de Rajoy a los españoles, el antes recortador, ahora decide abrir la mano. Quizá por la inmediatez de las elecciones municipales y autonómicas, o por la proximidad de los comicios generales, lo cierto es que la conversión de Rajoy no desmerece mucho a la de San Pablo. Da la casualidad que los imprescindibles esfuerzos pedidos a los españoles, que ni eran imprescindibles, ni esfuerzos, ni pedidos; ahora, en tiempo electoral, ya no son necesarios. De hecho, según Rajoy y el Partido Popular, es el momento de hacer todo lo que antes dijeron que no se podía hacer, todo lo contrario a la ortodoxia mal llamada austera que ha venido practicando hasta la fecha. Bajar los impuestos, ampliación de la cobertura sanitaria antes cercenada a determinados colectivos, ataques contra los abusos de la banca, y un largo etcétera que ahora predica salvíficos y antes condenaba.

¿Cuál podría ser el análisis exegético de tan milagrosa transmutación? Moreno Bonilla (Juanma), el protomártir del PP, que como San Esteban, ha recibido en su cabeza las primeras pedradas por causa de su manifestación de fe en Rajoy. Este ha sido el detonante del viaje a Damasco emprendido por el Presidente. Un descalabro que, unido a las previsiones poco halagüeñas, ha hecho estremecerse los cielos donde habitaba el silente. Sin embargo, todas estas nuevas medidas del Ejecutivo, no hacen sino ahondar en la creencia marianista de fiar todas las cartas a la cuestión económica.

En cualquier caso, estrecha cintura por su comportamiento, la de un Presidente que, imitando a un mal alcalde, quiere atraerse a última hora el voto de sus vecinos arreglando tres rotondillas, dos jardines y una fotillo encaramado a una bici estática. Sin embargo, los hechos de Rajoy hablan por sí solos. Cabe preguntarse si tanta persecución hasta ahora ejercida puede ser contrarrestada por esta oportuna conversión, sincero arrepentimiento y propósito de enmienda. Veremos si el electorado obra con la misma indulgencia que los contemporáneos de San Pablo.

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