lunes, 12 de enero de 2015

O ELLOS O NOSOTROS



Uno de los errores más graves que pueden cometerse a la hora de defenderse de un ataque externo es desconocer o ignorar la naturaleza del enemigo. Al contrario, cuando se conoce bien lo que cabe esperarse del que nos ocasiona el daño, se toma ventaja porque entonces estamos mejor preparados para preverlo, evitarlo o responder al ataque. Por tanto, a la gente habrá que comenzar por decirle que los actos terroristas sobre los dibujantes de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, tienen nombre y apellidos. El terror tiene etiqueta porque se ha cometido en nombre de una determinada religión, la islámica. Ha sido para “vengar” al profeta Mahoma, y no como se pretende hacer ver, en nombre de un fanatismo religioso transversal en el que degenera la profesión de una fe mal entendida cualquiera que sea. Más claro aún, son musulmanes los que han asesinado a sangre fría a los franceses. Yihadistas, extremistas, fundamentalistas… sí, pero musulmanes. No son hechos ni aislados ni concernientes a una minoría, sino que provienen de la misma religión que predomina en países como Siria, Libia, Arabia Saudita, Egipto, Irán e Iraq y que están ahora mismo a tiros. Entre ellos y contra los cristianos, que también hay que decirlo, alto y claro, para el que no se entere o no se quiera enterar. Son musulmanes los que les cortan el cuello a los niños y los que lapidan a las mujeres. Es muy bonito, precioso… que en nombre de la libertad religiosa y el multiculturalismo se quiera hacer un enjuague para disfrazar de rosa lo que es brutalidad y barbarie, pero sucede que tarde o temprano la máscara cae y la cruda realidad se nos aparece chorreando sangre y en la puerta de nuestra casa. Porque estos terroristas, musulmanes, no provienen como diría Aznar de “desiertos lejanos”, no. Provienen de segundas y terceras generaciones de inmigrantes, musulmanes, y que han hecho su vida enteramente en nuestros países. Hablan nuestros idiomas y se han educado en nuestras escuelas, pero aún así, no han querido integrarse en nuestras vidas y en nuestra concepción universal de lo que es la sociedad, la cultura y sobre todo, el hombre y el respeto que merece su integridad, física y moral. Ahora bien y visto lo anterior, podemos seguir ignorando el problema que tenemos, o podemos empezar a defendernos, por ejemplo, llamando a las cosas por su nombre; porque los terroristas musulmanes lo tienen meridianamente claro. O son ellos o somos nosotros. Matan y seguirán matando sin que les tiemble el pulso en ello porque obedecen ciegamente a una Ley, la islámica.

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