miércoles, 15 de octubre de 2014

MUY SIMPLE, O NO TANTO



Antes de comenzar la redacción de estas líneas tenía la intención de escribir sobre el caso de contagio de ébola en España, pero como quiera que el tema está suficientemente opinado, decido escribir sobre algo que está eclipsado por dicha crisis hoy, por otra cosa ayer, y por otro asunto distinto mañana. Hoy le hablo a usted. Si aparcamos un instante el asunto del ébola, le recuerdo que veníamos hablando del enésimo caso de corrupción en España. Este de las tarjetas de crédito de Bankia. Discúlpeme si al recordarlo le he devuelto al estado de indignación anterior a lo del contagio. Pero si usted es una persona honesta, que vive de su trabajo, es normal y hasta conveniente que se encorajine. Lógico, tanto corrupto y en cualquier estamento, nos tiene a todos bastante hartos.

Pero no se me indigne usted simplemente con decirme lo de que todos son unos mangantes. Usted tiene unas manos con las que ejerce su derecho al voto depositando una papeleta en una urna. Cuando usted ejerce este derecho, sepa que tiene una trascendencia sobre todos. De este modo, cuando vote, le pido que lo haga de forma responsable, meditada, informada, en conciencia… Puede sonar a perogrullada esto que acabo de decir, pero tenga en cuenta que aquellos a los que la sociedad señalamos como corruptos y todos iguales, curiosamente, vuelven a ser votados y a gobernar. Una de dos, o no estamos tan indignados con estos corruptos puesto que seguimos votando (hablo en general) a muchos de ellos, o bien no hacemos correctamente nuestro trabajo como votantes y como sociedad puesto que lo permitimos (insisto, sálvese quien pueda). Decía el primer ministro británico Benjamín Disraeli que “El mundo está lleno de estadistas a quienes la democracia ha degradado convirtiéndoles en políticos” o en palabras de nuestro Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, “La Historia nos enseña dos cosas: que jamás los poderosos coincidieron con los mejores, y que jamás la política fue tejida por los políticos”. Más simple aún, en palabras de Julio Anguita: “La gente que vuelve a votar a ladrones es responsable de lo que está pasando”. Pues bien, hagamos examen de conciencia, asumamos nuestra culpa, y si verdaderamente nos indigna la montonera de casos de corrupción que nos devora, dejemos de una vez de votar lo menos malo, al menos corrupto, el voto de castigo. Usted, votante, la próxima vez que acuda a votar, vote lo que quiera, pero vote honestidad y ética, o al menos, no vote corrupción. Muy simple, o no tanto.

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