martes, 21 de enero de 2014

DE PROFESIÓN, POLÍTICO



A día de hoy las novedades que sitúan a Fernández de Moya fuera de la alcaldía de Jaén no van más allá del mero rumor especulativo no teniendo siquiera la consideración de noticia. Se dice que no va a terminar su mandato al frente del Ayuntamiento de Jaén, que le aguarda un puesto como Secretario General del PP Andaluz cuando se renueve su cúpula, y también se ha dicho que podría entrar en los planes de una crisis de Gobierno del Ejecutivo de Mariano Rajoy.

En cualquier caso, más allá de lo que vaya a suceder en este punto, hay una reflexión que se abre paso incontenible cuando se habla del destino que va a seguir tal o cual político.

Siempre he creído que la vocación de servicio público tiene que ser el detonante que empuje a una persona a dedicarse a la política. A la misma vez, también estoy de acuerdo en que por la responsabilidad que asume el político, esté remunerado y bien remunerado, con dignidad. No haré demagogia en este aspecto. Esto que defiendo no es otra cosa que lo que se ha venido a llamar político profesional (un servidor público electo que mientras desempeña sus cometidos cobra por ello).

El problema surge cuando se pasa de ser político profesional a ser profesional de la política, dos conceptos radicalmente opuestos. Así, ejemplos de esto último no nos faltan sino que abundan, políticos que cuentan sus años en la cosa pública por décadas. Los profesionales de la política de los que hablo han sido de todo, concejales, alcaldes, parlamentarios, senadores, diputados, ministros… ¿Dónde está el colmo para esa “vocación de servicio público” en este tipo de casos? ¿De verdad puede sentir una misma persona el sano deseo de ser todo eso?

Creo que alguien que quiera estar un tiempo en política (nótese también la diferencia entre estar en política y ser político), debe fijar bien sus preferencias desde un principio y acotar por sí mismo el tiempo de su vida que tiene previsto dedicar a la misma. Es cierto que quienes incurren en esta situación vuelven a ser votados elección tras elección por los votantes y por ello se alargan sus mandatos. Pero también es cierto que son los partidos sobre los que normalmente ostentan posición de poder, los que por el sistema que tenemos, los vuelven a designar una y otra vez para tal o cual puesto sin reparar en nada más que en la victoria electoral.

En esta situación se encuentra también nuestro alcalde pese a su juventud, porque a sus cuarenta y cuatro años ya ha sido concejal, parlamentario andaluz y ahora es senador, alcalde y presidente del PP provincial desde el año 2000.

Si el alcalde lee esto, no se enfade, pondere el consejo que le doy y cuando deje de serlo ahora o más tarde, no se deje cegar por las pompas del poder y piense que su profesión es la de profesor universitario de la Universidad de Jaén, él bien lo ha dicho en varias ocasiones.

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